Dios te ama. No importa lo que hayas hecho, tu Padre celestial te ama y te espera con sus brazos abiertos para recibirte con un abrazo paternal. Arrepiéntete y vuelve con Él a casa. Para ilustrar esta enseñanza, Jesús contó la historia de un hombre que tenía dos hijos. El hijo menor le pidió al padre su parte de la herencia y el empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna en todo el país y él comenzó a morirse de hambre. Cuando finalmente entró en razón, regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Su hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes: Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba estaba perdido y ahora ha sido encontrado. Este pasaje estå en Lucas 15:11-32. Vuelve con Dios ¡El te está esperando con los brazos abiertos para abrazarte!
La felicidad es gratis. Buscamos la felicidad en la adquisición de bienes materiales y actividades para disfrutar, pero la felicidad, es gratis y es un regalo, una bendición de nuestro Padre celestial. Hemos tenido la experiencia de adquirir cosas y alegrarnos por un rato, sin que nada cambie en nuestra vida. La felicidad se logra cuando pasamos del estado de seres creados por Dios, al estado de hijos de Dios y eso es gratis, porque Cristo pagó un alto precio para que recibiéramos ese "Título". Todos sentimos un vacío interior que no puede ser llenado por nada material. Sólo Dios y Su Espíritu, puede llenar ese vacío y darnos la felicidad a la que estamos destinados. Jesús dijo: Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y Dios les dará todo lo que necesiten. Jesús no dijo: Dios les dará todo lo que deseen, sino todo lo que necesiten y Él sabe lo que realmente necesitamos. La felicidad está en ser hijos de Dios y comportarnos como tal. En el Evangelio de Juan dice: A todos los que creyeron en Jesús y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Cree en Jesús y recíbelo en tu corazón, Él pagó por tu felicidad y por tu vida eterna.
Paralizados por el miedo. Mientras caminábamos por nuestro vecindario, nos encontramos una serpiente en el medio de la calle y nos paralizamos por el miedo. Nunca sabremos quién estaba más asustado, si la serpiente al vernos a nosotros o nosotros al ver a la serpiente. Después de unos segundo decidimos correr, lejos de la serpiente. Así como nos paralizamos por una situación que nos atemoriza, también nos paralizamos ante los problemas que se presentan en la vida y que nos producen temor. Pero la solución no está en paralizarse ante el miedo, sino en actuar sobre la circunstancia que nos produce miedo y la fuerza para vencer el miedo está en saber que Dios está de nuestro lado. Cuando David fue a enfrentarse con Goliat, dijo: El mismo Dios que me ha protegido antes, me protegerá de este filisteo. Cuando la tormenta amenazaba con hundir la barca, Jesus reprendió el viento y dijo:¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué tienen tan poca fe? Si algo te produce miedo, no te paralices, mas bien confía en Dios y actúa.
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