¡No vas a ahogarte! Estabamos jugando en la parte de la piscina que no es profunda y alguien lanzó al agua a una de nuestras amigas que no sabía nadar. Ella le tenía tanto miedo al agua que gritaba: ¡me ahogo!, chapoteando al lado nuestro. Nos acercamos, la tomamos de la mano y le dijimos: solo tienes que ponerte de pie. En la vida pasamos por situaciones similares. Tenemos tanto miedo a ciertas circunstancias, que cuando las enfrentamos, pensamos que "nos ahogamos". Para nuestro Padre celestial, todos nuestros problemas son aguas poco profundas, porque para Dios nada es imposible. Él siempre está a tu lado cuando sientes que te ahogas. Dios te toma de la mano y te dice: levantate, no te vas a ahogar. Sólo tienes que creerle y ponerte de pie. Jesus dijo: Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios. Por eso no hay aguas demasiado profundas de las que tu Padre celestial no pueda salvarte.
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