El sueño de Sara era casarse y tener una familia. Ella se casó, pero al poco tiempo se divorció, sin tener hijos. Adicionalmente, tuvo problemas de salud y el médico determinó que no podría tener hijos. Pasó años sola, sin pareja y sin posibilidad de ser madre, pero no perdía la esperanza de tener familia y se lo pedía a Dios constantemente. A punto de perder la esperanza, la llamaron por teléfono para informarle que su solicitud de adopción había sido aprobada y que tenían una niña para ella. De esta manera Sara tuvo la oportunidad de ser madre. Muchas veces podemos estar viviendo en un desierto y todo lo vemos seco y sin vida. Pero en el momento que menos lo esperamos, Dios nos bendice y nos hace florecer en el desierto. Sólo hay que creer y esperar con fe, el tiempo perfecto de Dios.
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