jueves, 30 de mayo de 2013

Lo Que Siembras

Ayer me llego una carta de mi hija, que tocó profundamente mi corazón, porque en la carta me daba las gracias por el tiempo que le había dedicado y la manera en que la había formado y  educado. Reconozco que en los años de formación hubieron momentos difíciles para las dos, pero ahora sé que las lágrimas eran parte del proceso. Hoy después de un largo viaje y viendo a mi hija preparada para la vida, doy gracias a Dios, porque en los momentos donde no tenía fuerzas y no sabia que hacer o que decirle a mi hija, buscaba la dirección de Dios, antes que seguir mis propios instintos y pensamientos. Con la sabiduría y el amor de Dios, podemos educar a nuestros hijos. Si sembramos el amor de Dios en nuestros hijos desde pequeños, cuando sean adultos, cosecharemos familias que son ejemplos del amor de Dios.

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