Si caiste, levántate: Cuando mi hijo estaba aprendiendo a caminar, se caía con frecuencia y aunque estábamos siempre cerca, no siempre podíamos evitar que se cayera. A veces se caía y lloraba y otras no. Sin embargo, siempre sentía la seguridad de saber que estábamos a su lado para ayudarlo. Igualmente cuando los adultos caminamos por la vida, podemos tropezar y caer ante circunstancias adversas. A veces nos duele y lloramos y otras no. Nuestro Padre celestial nos cuida y protege, pero no siempre evita que tropecemos y caigamos, porque a veces necesitamos aprender una lección. Sin embargo, Él nos ha prometido que siempre estará a nuestro lado, para levantarnos y sanar nuestras heridas. Puedes vivir con tranquilidad y confianza, porque aunque caigas, ahí estará Dios para ayudarte a levantar de nuevo.
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