La avaricia nos lleva a ser esclavos de nuestros propios apetitos, olvidándonos de disfrutar de lo que tenemos, porque toda nuestra atención esta puesta en lo que queremos acumular, sin importar el riesgo que esto produce, bien sea en nuestra salud, familia o sociedad. Aprendamos de las enseñanzas de nuestro amado Jesús, que nos dice, que no debemos poner nuestro corazón en las riquezas, porque son pasajeras, mas bien debemos poner nuestro corazón en los tesoros del cielo, que son eternos.
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