¿Discurso o Conversación?: La oración no es un discurso. Muchas veces cuando oramos, monopolizamos toda la plática con Dios y no lo escuchamos a Él. Por lo tanto, en lugar de ser una conversación, se convierte en un discurso, que no produce el resultado previsto por Dios. ¡Dejemos de hablar tanto y escuchemos! Quedemos en silencio y dejemos que Él nos hable. Entonces, escucharemos un susurro, una suave voz, un impulso divino en nuestro corazón, indicándonos que tenemos que hacer algo en particular. Orar no es hablar y hablar, pedir y pedir. Orar es entrar en comunión con Dios, remontando todo nuestro ser hacia los cielos, para conversar con Dios.
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