viernes, 12 de abril de 2013

Ayuda

Quien ayuda al prójimo no podrá decir que es bueno o misericordioso. Solo somos obedientes a Dios cuando ayudamos a otros. Pues por naturaleza somos egoístas y lo que menos queremos hacer, es compartir lo que tenemos con el necesitado.  Pero si somos obedientes, hacemos lo que Dios nos manda y entonces, Dios toca nuestro corazón y nos transforma, dándonos premios que no son terrenales sino celestiales. Jesucristo con su ejemplo nos mostró que es mejor dar que recibir.

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