martes, 5 de mayo de 2009

El Gran Escape

El ser humano ha construido cárceles de máxima seguridad para evitar que los presos se escapen. Sin embargo, hemos leído las noticias y hasta hemos visto las películas sobre presos que logran escapar de cárceles de máxima seguridad. La única forma de salir de esas cárceles es apelando a una autoridad superior o pagando la condena para quedar libre o escapar.

Hay otro tipo de presos que están en otro tipo de cárcel. Son los presos espirituales. ¿Cómo son esas cárceles? ¿Cómo se sale de ellas? ¿Cómo se paga la condena? ¿Cómo se escapa?

Esas cárceles espirituales no se pueden ver a simple vista como las físicas. Pero sabemos que son peores que la más segura de las cárceles físicas. En las cárceles espirituales los presos, además de estar encerrados y privador de su libertad, viven permanentemente atados de pies y manos, para que no se puedan mover. Tienen siempre los ojos y los oídos tapados para que no puedan ver ni oír. Finalmente les tienen la mente adormecida para que no puedan comprender. No hay escape posible y todas las condenas son de por vida. No hay manera de salir por medios propios.

Existen muchos tipos de cárceles espirituales. Hay cárceles de:

  1. Odio, peleas, enfrentamientos y contiendas.
  2. Tristeza y soledad.
  3. Pesimismo, negativismo y desesperanza.
  4. Impaciencia y falta de dominio propio.
  5. Maldad, falta de amabilidad e Infidelidad.
  6. Soberbia, vanidad y orgullo.
  7. Vicios y malos hábitos.
  8. Avaricia y amor al dinero.

Para salir de una cárcel espiritual, necesitamos apelar a una autoridad superior a quien nos juzgó, sentenció y encerró. Satanás nos juzgó, nos sentenció y nos encerró. Sin embargo, tenemos a Jesucristo, que tiene toda autoridad y potestad sobre el cielo y la tierra, que venció a Satanás y que tiene el poder de declararnos inocentes, aunque seamos culpables, librarnos de la condena y sacarnos de la cárcel. Sólo necesitamos “apelar” a Él.

No importa cual es la cárcel en la que estamos presos. Si queremos ser libres, llamemos a Jesucristo, reconozcamos que Él es nuestro único y suficiente Salvador. Sólo Él puede librarnos de la prisión en la que estamos cautivos. Su Palabra lo garantiza. No hay otra forma de resolver el problema del pecado.

Lucas 4:18-19
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.

Juan 8:32
Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Juan 8:36
Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres.

2 Corintios 4:4
Pues como ellos no creen, el dios de este mundo los ha hecho ciegos de entendimiento, para que no vean la brillante luz del evangelio del Cristo glorioso, imagen viva de Dios.


Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.

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