Los problemas y adversidades que enfrentamos en la vida, son como abismos infranqueables, que nos impiden avanzar y lograr nuestros sueños y metas. Por eso es que nos producen preocupación y estrés, que daña nuestra salud física, emocional y espiritual. Sin embargo, hay dos maneras de enfrentar estas situaciones. La primera es, mirar el abismo y lamentarnos por el hecho de que no podremos pasarlo y no llegaremos a nuestra meta. Esa actitud no ayuda. La segunda es, buscar un puente para pasar, creyendo que el puente existe. No importa cuanto tengamos que esforzarnos buscando el puente, debemos luchar hasta encontrarlo, porque "Siempre Hay Un Puente". Hoy quiero ofrecerte un puente que siempre está disponible. Ese puente es nuestro Padre que está en el cielo. Cuando ponemos nuestra confianza en Dios y sus promesas, Él siempre nos va a proveer un puente para pasar y muchas veces usará la adversidad que enfrentamos, como el puente que nos llevará a un destino aún mejor del que teníamos en mente o soñábamos. Para Dios no hay abismos sino puentes, sólo falta que tú lo creas.
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