La cosecha depende de la calidad de la tierra. Jesús una vez comparó a Dios con un agricultor que sembraba Su Palabra como una semilla y nuestro corazón era la tierra donde Dios sembrada. Pero muchas personas no se detienen a recibir la semilla, sino que siguen su camino y al caminar pisotean la Palabra de Dios y el diablo se lleva esa semilla para que no crean y se salven. Otros, viven tan atraídos por la tentación que aunque disfrutan la Palabra, se apartan de ella para seguir a la tentación. Hay también quienes se detienen a recibir la palabra, pero la semilla no germina porque la ahogan con sus preocupaciones y riquezas y la atracción por los placeres de la vida. Finalmente hay personas que reciben la semilla con un corazón bueno y sincero; se aferran a la palabra de Dios y luchan con paciencia hasta producir la cosecha que Dios espera y desea. Si quieres mirar y realmente ver, oír y realmente escuchar y entender, prepara la tierra de tu corazón para que sea fértil y la palabra de Dios germine en ti, creciendo y dando la enorme cosecha que Dios planificó para ti. Léelo en Lucas 8:4-15.
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