La tarea de corregir a nuestros hijos no es fácil, pero es nuestra responsabilidad. A veces no los corregimos para evitar que se molesten con nosotros y hacerles sentir a nuestros hijos que "los amamos". Pero eso es ser padres irresponsables, que forman hijos que no asumen sus obligaciones y no se someten a la autoridad. Tampoco debemos caer en el otro extremo, de corregir a nuestros hijos avergonzándolos o golpeándolos, haciéndolos sentir que no son amados ni valorados, destruyendo su autoestima. Nosotros recibimos la responsabilidad de ser padres, directamente Dios, quien es Padre de todos nosotros y nos encarga a "sus niños" por un corto período de tiempo. Él es el único modelo a seguir que tenemos para ser buenos padres. Como Padre, Dios es justo, pero su característica más sobresaliente es el amor y todo lo hace guiado por Su Amor. Él nos cuida y protege a pesar de nuestra desobediencia. Él conoce nuestras necesidades personales y tiene un plan de formación para cada uno de nosotros, no el mismo plan para todos. Para enseñarnos, Dios nos corrige y disciplina, cuando hacemos algo mal, pero también nos ayuda con amor a levantarnos cuando caemos. Se dice a menudo que nadie nos enseña a ser padres, pero eso no es cierto, Dios nos ha enseñado con su ejemplo, desde que nacimos. Sigue con sabiduría el ejemplo de Dios como Padre y no te dejes guiar por tus propias emociones.
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