Mateo 12:15-21
Jesús, al saberlo, se fue de allí, y mucha gente lo siguió. Jesús sanaba a todos los enfermos, y les ordenaba que no hablaran de él en público.
Esto fue para que se cumpliera lo que anunció el profeta Isaías, cuando dijo: Aquí está mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien me deleito. Pondré sobre él mi Espíritu, y proclamará justicia a las naciones. No protestará ni gritará; nadie oirá su voz en las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas humea, hasta que haga triunfar la justicia. Y las naciones pondrán su esperanza en él.
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