lunes, 28 de febrero de 2011

¿Quién Es Tu Dios?

Jesús nos ha mandado a amar a nuestro Padre celestial con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas. Nuestro Padre celestial es nuestro Dios, nuestro único Dios. Creador de todo lo visible y lo invisible. Rey de reyes. Señor de señores. Todopoderoso. Todo lo sabe. Todo amor. Nuestro Papá. A Él debemos amar con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.

¿Lo hacemos? Si nos preguntan, decimos rápidamente que sí. Es probable que hasta pensemos que es así. Pero, ¿realmente lo amamos de esa manera? ¿Es nuestro Padre celestial lo más importante en nuestras vidas? Y si es así y lo consideramos nuestro verdadero Padre, ¿lo obedecemos?, ¿tratamos de ser agradables para Él? O, la realidad es que nuestro Padre que está en los cielos está muy por debajo de otras prioridades en nuestras vidas.

Veamos esta lista: cuando revisamos en lugar que ocupa en nuestro corazón la ambición por el dinero, la avaricia de bienes materiales, la búsqueda del placer, el deseo de obtener más poder, la atracción del prestigio y de la fama, el anhelo de mejorar nuestra apariencia personal, nuestras ocupaciones y rutinas diarias, nuestros hobbies, nuestras adicciones y vicios, ¿en qué lugar queda El Señor? Una manera de revisar esto es el calcular tiempo que le dedicamos a la lista anterior y el tiempo que dedicamos a buscar a nuestro Padre celestial para estar con Él, conversar con Él, pedirle consejo, decirle que lo amamos, pedirle perdón si lo hemos ofendido, pedirle su ayuda en aquellos asuntos que no podemos resolver, pedirle sus instrucciones sobre lo que Él quiere que hagamos y todo lo que sucede entre un hijo y su Padre cuando hay mucho amor y una buena relación personal.

Revisemos nuestra lista. Revisemos nuestras agendas diarias. Determinemos si lo que decimos corresponde con lo que hacemos y nunca olvidemos que nuestro Padre que está en el cielo es lo más importante en nuestras vidas.

Marcos 12:30
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.

Mateo 23:9
Y no llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre: el que está en el cielo.

Mateo 6:9-15
Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo. Danos hoy el pan que necesitamos. Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal. No nos expongas a la tentación, sino líbranos del maligno. Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes; pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados.

Mateo 7:21
No todos los que me dicen: Señor, Señor, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial.

Mateo 12:50
Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Mateo 26:42
Por segunda vez se fue, y oró así: Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad.

Juan 9:31
Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad.

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