No es sentirte despreciable.
No es un complejo de inferioridad.
No es creerse menos que los demás.
No es un bajo concepto de tu persona.
Es sentirte libre de preocuparte por ti mismo.
Es tener la capacidad de poder perdonarlo todo.
Es tener la última palabra al pedir disculpas.
Es comprender que reconocer tus errores es una señal de fortaleza y no una confesión de debilidad.
Es admitir nuestros errores y enmendarlos con auténtica dignidad.
Es sentirte más pequeño mientras vas creciendo.
Es dejar de engañarte con respecto a tu audacia y fortaleza.
Es comprender que en nuestra humildad está nuestra grandeza.
No se puede ser humilde frente a Dios si no hemos logrado ser humildes ante los hombres.
Números 12:3
En realidad, Moisés era el hombre más humilde del mundo.
Salmos 37:11
Pero los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de completa paz.
Proverbios 11:2
El orgullo acarrea deshonra; la sabiduría está con los humildes.
Proverbios 13:10
El orgullo solo provoca peleas; la sabiduría está con los humildes.
Proverbios 15:33
El honrar al Señor instruye en la sabiduría; para recibir honores, primero hay que ser humilde.
Proverbios 18:12
Tras el orgullo viene el fracaso; tras la humildad, la prosperidad.
Romanos 12:16
Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No presuman de sabios.
Efesios 4:2
Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor.
Filipenses 2:3
No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo.
Tito 3:2
Que no hablen mal de nadie, que sean pacíficos y bondadosos, y que se muestren humildes de corazón en su trato con todos.
Santiago 3:13
Si entre ustedes hay alguno sabio y entendido, que lo demuestre con su buena conducta, con la humildad que su sabiduría le da.
1 Pedro 3:8
En fin, vivan todos ustedes en armonía, unidos en un mismo sentir y amándose como hermanos. Sean bondadosos y humildes.
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