Nuestra capacidad para caminar, montar bicicleta o motocicleta, manejar un automóvil, una embarcación o una aeronave, depende en buena parte de la capacidad de nuestros ojos para ver por dónde vamos y leer los instrumentos. Si uno mira hacia un camino secundario, un camino peligroso, una ruta con tormenta o un camino rodeado de amenazas y decide dirigirse hacia allá, pues sin lugar a dudas, iremos hacia ese destino.
En el campo espiritual el asunto en más complicado porque hay caminos que perecen muy seguros y agradables pero que conducen a destinos terribles. Entonces, nuestro destino en la vida está determinado por la capacidad de nuestros ojos espirituales para ver y "discernir" el camino que debemos tomar. Cuando los ojos espirituales no funcionan, o están enfocados en los caminos incorrectos o en los valores materiales del mundo, nuestra capacidad para lograr nuestro verdadero destino se ve perjudicada grandemente.
Jesús nos alerta para que no permitamos que nuestros ojos físicos nos hagan pecar y nos dice que los ojos son la lámpara que le da luz al cuerpo, son como la linterna que nos permite ver claramente el buen camino en un mundo de oscuridad. Estos son ojos "espirituales". También nos dice que nuestras propias faltas nublan nuestra visión espiritual y pueden llegar a dejarnos como ciegos espirituales, al no poder contar con la luz de nuestros ojos espirituales.
Todo buen navegante, independientemente de la buena visión que tenga lleva en el viaje buenos mapas e instrumentos para guiarse. Nuestro Padre celestial nos ha dejado todos los mapas e instrumentos de navegación en Su palabra. ¡Búscala! ¡Úsala! La luz de tus ojos espirituales te permitirá ver el mapa, comprenderlo y tomar el buen camino.
Mateo 5:29
Así pues, si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que pierdas una sola parte de tu cuerpo, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Mateo 6:22-23
Los ojos son la lámpara del cuerpo; así que, si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡qué negra será la oscuridad misma!
Mateo 7:35
¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en tu propio ojo, ¿cómo puedes decirle a tu hermano: Déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
Mateo 13:15-16
Pues la mente de este pueblo está entorpecida, tienen tapados los oídos y han cerrado sus ojos, para no ver ni oír, para no entender ni volverse a mí, para que yo no los sane. Pero dichosos ustedes, porque tienen ojos que ven y oídos que oyen.
Mateo 18:9
Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que entres en la vida con un solo ojo, y no que con tus dos ojos seas arrojado al fuego del infierno.
Marcos 8:17-18
Jesús se dio cuenta, y les dijo: ¿Por qué dicen que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Tienen tan cerrado el entendimiento? ¿Tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen? ¿No se acuerdan?
Lucas 24:30-32
Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció. Y se dijeron el uno al otro: ¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?
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