Mateo 12:10-21
Había en ella un hombre que tenía una mano tullida; y como buscaban algún pretexto para acusar a Jesús, le preguntaron: ¿Está permitido sanar a un enfermo en sábado? Jesús les contestó: ¿Quién de ustedes, si tiene una oveja y se le cae a un pozo en sábado, no va y la saca? Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, sí está permitido hacer el bien los sábados. Entonces le dijo a aquel hombre: Extiende la mano. El hombre la extendió, y le quedó tan sana como la otra. Pero cuando los fariseos salieron, comenzaron a hacer planes para matar a Jesús.
Jesús, al saberlo, se fue de allí, y mucha gente lo siguió. Jesús sanaba a todos los enfermos, y les ordenaba que no hablaran de él en público. Esto fue para que se cumpliera lo que anunció el profeta Isaías, cuando dijo: Aquí está mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien me deleito. Pondré sobre él mi Espíritu, y proclamará justicia a las naciones. No protestará ni gritará; nadie oirá su voz en las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas humea, hasta que haga triunfar la justicia. Y las naciones pondrán su esperanza en él.
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