Las obras son la evidencia más tangible de un corazón que ha sido tocado por el amor de Dios. Sin embargo, la iglesia de Jesucristo, en la actualidad, parece que se inclinara hacia una espiritualidad egoísta, que excluye del ejercicio de su fe, las acciones concretas de amor hacia los demás.
El propio Jesucristo nos dio el ejemplo en decenas de situaciones en las que Su Espíritu lleno de amor y ternura, se traducía en acciones concretas hacia aquellos que estaban a su alrededor. Una de esas ocasiones fue cuando Jesús alimentó a los cinco mil. Mateo nos cuenta que Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino. Jesús tendría mil cosas en su mente es ese momento y sin duda alguna que no estaba libre de ocupaciones y preocupaciones. Sin embargo, la situación de las cinco mil personas que estaban escuchándolo, no escapó de su gran discernimiento y fue movido a la acción por la compasión.
La compasión es una de las características que distingue a la persona cuyo corazón ha sido tocado por el amor de Dios. A diferencia de la lástima, la compasión traduce el sentimiento de angustia por la necesidad del prójimo en una acción concreta que busca aliviar dicha situación. La compasión te moviliza al igual que en el caso de Jesús, a la acción y eso está en línea con el corazón bondadoso del Padre. Encontramos una expresión típica de su ternura en Deuteronomio 15:78: Cuando en alguna de las ciudades de la tierra que el Señor tu Dios te da veas a un hermano hebreo pobre, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Antes bien, tiéndele la mano y préstale generosamente lo que necesite.
Salgamos de nuestra isla espiritual cristiana y nademos hacia la tierra firme del mundo que está llena de personas que nos necesitan y llenémonos de la compasión que el amor de Dios ha puesto en nuestros corazones. Entonces, la acción y las obras de fe, serán una consecuencia lógica de nuestro estilo de vida cristiano.
Mateo 15:29-38
Jesús salió de allí y llegó a la orilla del Lago de Galilea; luego subió a un cerro y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos, que pusieron a los pies de Jesús, y él los sanó. De modo que la gente estaba admirada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos podían ver. Y comenzaron a alabar al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero mandarlos sin comer a sus casas, porque pueden desmayarse por el camino. Sus discípulos le dijeron: Pero ¿cómo podremos encontrar comida para tanta gente, en un lugar como este, donde no vive nadie? Jesús les preguntó: ¿Cuántos panes tienen ustedes? Siete, y unos pocos pescaditos, contestaron ellos. Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los pescados y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y los dio a sus discípulos, y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y aun llenaron siete canastas con los pedazos sobrantes. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Mateo 25:31-46
Cuando el Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá el Rey a los que estén a su derecha: Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme. Entonces los justos preguntarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿O cuándo te vimos con sed, y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos como forastero, y te dimos alojamiento, o sin ropa, y te la dimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? El Rey les contestará: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron. Luego el Rey dirá a los que estén a su izquierda: Apártense de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme. Entonces ellos le preguntarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos? El Rey les contestará: Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron. Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Santiago 2:14-18
Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; si uno de ustedes les dice: Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta. Uno podrá decir: Tú tienes fe, y yo tengo hechos. Muéstrame tu fe sin hechos; yo, en cambio, te mostraré mi fe con mis hechos.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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