El agricultor sabe lo importante que es la poda, o sea, la eliminación selectiva de partes de una planta. Las razones para podar plantas incluyen, mejorar o mantener la salud de la planta, y aumentar el rendimiento de las cosechas y la calidad de las flores y los frutos. La práctica implica la eliminación de tejidos enfermos, dañados, muertos y no productivo de las plantas. Ese mismo proceso natural, se aplica también a nosotros, porque para mejorar nuestro rendimiento y la calidad de nuestro “fruto”, necesitamos mantener o mejorar nuestra salud mental y espiritual. Por eso debemos podar todo lo que esté enfermo, dañado, muerto y no productivo, dentro de nosotros. Usualmente, nosotros no podemos podarnos a nosotros mismos, pero Dios conoce lo que nos hace daño y Él se encarga de podarnos. Jesús dijo: Dios corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más. Ustedes ya han sido podados y purificados por el mensaje que les di. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí (Juan 15:2-4). A pesar de que te duela, no te resistas a ser podado por Dios, porque eso te lleva a lograr tu propósito de vida.
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