jueves, 20 de febrero de 2014

Hay Que Mover La Montaña


Hay Que Mover La Montaña. Señor, mi trabajo es pesado. Necesito esforzarme mucho cada día, desde el amanecer, hasta el anochecer. Tengo pensamientos de que no avanzo y que mis esfuerzos son en vano. Al final de cada día siento mucho cansancio y también, algunos días siento frustración.

Sin embargo, te doy gracias Señor. Porque a través de mis circunstancias me has fortalecido, me has hecho crecer y me has enseñado a trabajar por fe. Seguiré luchando aunque esté agotado, aunque mis ojos humanos no vean que avanzo y aunque sienta deseos de desistir.

Puedo seguir adelante porque Tú me apoyas, restauras mi agotamiento y alimentas mis fuerzas; porque Tú fortaleces mi voluntad y garantizas mi victoria. Puedo seguir luchando porque Tú vives en mí.

Gracias Señor, por iluminar mi camino, guiar mis pasos, tomar todos mis miedos y dudas, por calmar la tormenta, sostener mi mano y no dejarme hundir. Gracias Señor, por el pan diario y por mover la montaña, porque lo que para mi es imposible, para ti es posible. En El Nombre de Jesús, yo le digo a la montaña que se mueva y la montaña se moverá.

Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: Muévete de aquí hasta allá, y la montaña se movería. Nada sería imposible. Mateo 17:20

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