Hay Que Mover La Montaña. Señor, mi trabajo es pesado. Necesito esforzarme mucho cada día, desde el amanecer, hasta el anochecer. Tengo pensamientos de que no avanzo y que mis esfuerzos son en vano. Al final de cada día siento mucho cansancio y también, algunos días siento frustración.
Sin embargo, te doy gracias Señor. Porque a través de mis circunstancias me has fortalecido, me has hecho crecer y me has enseñado a trabajar por fe. Seguiré luchando aunque esté agotado, aunque mis ojos humanos no vean que avanzo y aunque sienta deseos de desistir.
Puedo seguir adelante porque Tú me apoyas, restauras mi agotamiento y alimentas mis fuerzas; porque Tú fortaleces mi voluntad y garantizas mi victoria. Puedo seguir luchando porque Tú vives en mí.
Gracias Señor, por iluminar mi camino, guiar mis pasos, tomar todos mis miedos y dudas, por calmar la tormenta, sostener mi mano y no dejarme hundir. Gracias Señor, por el pan diario y por mover la montaña, porque lo que para mi es imposible, para ti es posible. En El Nombre de Jesús, yo le digo a la montaña que se mueva y la montaña se moverá.
Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: Muévete de aquí hasta allá, y la montaña se movería. Nada sería imposible. Mateo 17:20
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