Todos pasamos por la experiencia de esforzarnos para lograr algo y es extraordinario saborear el éxito luego de habernos esforzado. Es una ley de vida, de la naturaleza, del universo. Es una ley de Dios.
Podemos lograr cualquier meta en la vida, si dedicamos el nivel de esfuerzo necesario para esa meta y tenemos la perseverancia de continuar hasta lograrla.
Esta ley la podemos ver en todos los aspectos de la vida: la educación para capacitarnos y crecer, tener buenos hábitos para la salud, practicar deportes para hacerlo cada vez mejor, las pruebas y experimentos de ciencia y la tecnología para descubrir o desarrollar algo, buscar la excelencia en nuestro trabajo, mantenerlas y mejorar nuestras relaciones con familiares, vecinos y amigos, tener buenos hábitos de ahorro e inversión para lograr independencia financiera, trabajar por el desarrollo de nuestra comunidad, lograr una relación personal de amor y obediencia con nuestro Padre celestial en nuestra vida espiritual.
Si el principio habla de lograr cualquier meta con esfuerzo y perseverancia, ¿tenemos metas en la vida? ¿Tenemos metas para nuestra vida después de esta vida?
Si no sabes para dónde vas, nunca llegarás. Necesitas esforzarte con perseverancia, para lograr llegar... hasta el cielo.
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