La humanidad lleva miles de años deseando la paz y todavía no la hemos logrado. La paz auténtica, tanto personal, como nacional y sobre todo internacional, pareciera hoy más difícil de alcanzar que nunca.
La paz humana es la ausencia de conflictos, pero la paz de Dios es una sensación real y verdadera de equilibrio y bienestar interior que procede de Dios y que nos concede Jesús, el Príncipe de Paz.
Con esa paz interior, obtienes contentamiento, equilibrio, serenidad y dominio propio, que se refleja en tus relaciones con los demás y produce paz en tu vida. No podrás vivir en paz, si no buscas primeramente tu paz interior, por medio de Jesús, el único proveedor de paz interior y aunque a tu alrededor haya guerra, agitación y caos, interiormente estarás en paz.
¡De eso se trata la Navidad! Podemos esperar que muchas personas puedan estar en paz con ellos mismos y con los que los rodean. Ese es el Reino de Dios en la tierra. Eso si es la verdadera celebración de la nacimiento de Jesús.
No debemos recordar el nacimiento de Jesús con desorden, estrés y caos. Jesús es el Principe de Paz. Feliz Navidad y Paz para todos.
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