Puedes llevar una vida honrada, merecer la estima de tus semejantes, brindar satisfacciones a los demás, dirigir a con autoridad y prestigio, luchar por causas justas y generosas, contra las desigualdades sociales, repartir todos tus bienes a los pobres, consagrar toda tu vida a realizar obras benéficas y participar en todos los oficios religiosos del mundo, ofrendar, orar y ayunar.
Pero si el amor no es el gran móvil de tus hechos, lamentamos decirte que, pese a todo, tus acciones no pueden agradar a Dios.
Pablo escribió:
Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido.
Si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada.
Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.
Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.
Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.
Si el amor no es lo que motiva tu vida, tus actos no agradarán a Dios y la pregunta es ¿Si no lo haces por amor, entonces por qué lo haces?
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