La alegría del ser humano es la luz y el calor que sale del corazón de quién está alegre y representa una de las mayores riquezas que una persona pueda tener. La tristeza por otra parte es la peor clase de pobreza que puede haber aún en el medio de las mayores riquezas materiales, porque nos rodea con oscuridad y la frialdad.
Siembra alegría y la cosecharás porque es contagiosa. Además no tiene idioma, raza, religión, edad, estado civil, clase social, educación o título. La alegría está disponible para todos y es un lenguaje universal. Debemos alegrarnos siempre los unos a los otros, en familia, entre amigos y vecinos, en el trabajo y en todas partes porque es el terreno más fértil para que el amor germine y crezca.
La vida sin alegría no tiene sentido. No busques la alegría fuera de ti. Todo lo que esté fuera de ti como el dinero, el poder, la fama, la familia, los amigos, la diversión y los placeres de la vida, puede hacerte feliz por un rato, pero luego vuelves a sentir ese vacío interno que no sabes como llenar y que siempre te roba la alegría.
Búsca la alegría y siémbrala para que la coseches. La verdadera alegría está dentro de ti y depende de tu relación personal con Dios.
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