José quería tener una gran empresa, trabajó para ello y lo logró, pero nunca se imagino que una crisis económica lo llevaría a la quiebra. Inicialmente se sintió abatido, pero su optimismo lo llevó a levantarse y no se rindió, más bien buscó nuevas tecnologías y finalmente logró un éxito mayor que el anterior.
Queremos que todo sea perfecto, sin problemas y sin dolor. Cuando llegan los problemas, sentimos que la vida ha perdido la perfección que deseábamos y que no es justo lo que nos sucede.
El optimista no se asusta ante la situación, no se retira y no se rinde. Para estas personas, los problemas, producen fortaleza, madurez y crecimiento. Las personas más exitosas del mundo han tenido la bendición de atravesar períodos muy difíciles con los cuales El Señor las ha transformado en personas capaces de vencer y triunfar ante cualquier circunstancia.
Un éxito no significa la victoria, pero tampoco un fracaso es sinónimo de derrota. Si nos caemos, debemos levantarnos de nuevo. Cuando atravesemos las tormentas de la vida, no huyamos, tengamos fe en Nuestro Señor y confiemos en que Él hará que esa tormenta sea para nuestro bien.
La vida perfecta y sin problemas, produce personas débiles, inmaduras y frágiles. Acepta que Dios te capacite para vencer y triunfar.
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