Hay cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Puede ser que sintamos la vida diferente en cada estación, pero la vida es la misma; lo que cambian son las estaciones, en un ciclo sin fin.
La primavera es fresca llena de colores y promesas, pero sin frutos. El verano es cálido, radiante y lleno de frutos. El otoño es dorado, apacible y para recoger los frutos. El invierno es frío, oscuro y estéril. El ciclo de vida de una persona puede ser parecido a las cuatro estaciones, donde la infancia y juventud es la primavera, la madurez es el verano, los años dorados es el otoño y la vejez es el invierno. Pero la realidad es que en cada etapa de la vida, tenemos ciclos.
En la vida vamos a pasar por inviernos independientemente de la edad que tengamos y si nos rendimos en ese invierno, perdemos la oportunidad de una primavera llena de promesas, el verano lleno de frutos y el otoño de satisfacción.
No juzgues la vida solo por una estación difícil. Persevera a través de las dificultades y mejores tiempos seguramente vienen por delante. Recuerda que independientemente de la edad que tengas y de las circunstancias que te rodeen, hay una primavera que espera por ti. Persevera y avanza hacia ella.
¡Bendice la estación que estás viviendo y dale gracias al Señor por la estación que viene!
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