¿Te has percatado de que tus estados de ánimo y tus emociones son contagiosas y tienen influencia en las personas que te rodean?
Si estás intranquilo, temeroso, impaciente, inquieto y sin fe, las personas que te rodean serán influenciadas por tu estado emocional y tenderán a sentirse de manera similar a la tuya. Lo que pasa es que los pensamientos generan sentimientos y los sentimientos al expresarse, generan estados de ánimo que influencian tus acciones. Tus pensamientos han generado tus sentimientos y al expresarlos has influenciado los pensamientos de otras personas que generarán sentimientos similares a los tuyos.
Pero si estás apacible, confiado, paciente, reposado y rebosante de fe, las personas que te rodean se sentirán igual que tu. Los que nos rodean siempre reciben nuestra influencia.
Habla de lo bueno y se alentador, amoroso, fiel y jovial. Es maravilloso el efecto que puede tener una sonrisa y lo que logra un poco de amor, aun sin pronunciar palabras.
Si vives proactivamente y positivamente, animarás a otros a hacer lo mismo. Es algo contagioso y se transmite de corazón a corazón, de mente a mente y de alma a alma.
Si pasamos suficiente tiempo con Dios, un poquito de Dios también se nos pegará a nosotros y andaremos contentos, radiantes y alegres, por el efecto de Dios en nosotros.
Si vives con alegría, motivación, optimismo y positivismo, tu influencia fortalecerá a los que te rodean, cumpliendo el propósito de Dios.
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