Si quieres tener éxito, debes pagar el precio. Por ejemplo: arriesgarte a equivocarte, tomando decisiones, en lugar de esperar a estar seguro de tener la razón, pero demasiado tarde.
Adicionalmente, si perceveras en hacer las cosas que crees no poder hacer, entonces, lograrás hacerlas. Este pensamiento nos habla de la actitud frente a los obstáculos, las circunstancias adversas y los retos.
Otro precio a pagar es: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, porque lo que hagas hoy es crucial para determinar lo que lograrás en tu vida el día de mañana.
También debes esforzarte en trabajar lo mejor que puedas, porque así avanzarás con mayor seguridad y firmeza.
No olvides luchar por tus sueños. Los ganadores no nacen de la capacitación, sino de los deseos, sueños y visiones que llevan muy dentro de sí mismos. Estos sueños, deben convertirse en metas por las que trabajas y luchas, transformándose en tu propósito de vida.
Finalmente necesitas fe, porque lo que produce la voluntad para perseverar y lograr las metas, es creer que es posible y verse logrando la meta antes de que suceda.
La fórmula para el éxito, podría ser:
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Toma decisiones.
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No te rindas en los obstáculos.
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Haz el trabajo hoy.
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Hazlo bien.
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Tus sueños son tu propósito de vida.
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Cree que es posible.
Sin embargo, hay un mejor camino: Si permaneces unido a Jesús y fiel a sus enseñanzas, pide lo que quieras y lo recibirás.
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