La civilización que estamos dejando como herencia a las próximas generaciones, es el resultado de nuestra responsabilidad, trabajando por un futuro mejor.
Sin embargo, evaluando los resultados, parece que no hemos tenido mucho éxito: tenemos guerras, pobreza crítica, trabajo infantil ilegal, hambre, alta mortalidad infantil, tráfico de personas para prostitución, niños en las calles, pornografía infantil, drogas y mucha violencia.
Probablemente digas: Ese no es mi problema porque yo no soy un gobernante y no puedo echar sobre mis hombros todas las cargas del mundo. Pero esto no se resuelve con nuevas ideas políticas y económicas, ni con conceptos de redistribución de riquezas y justicia social. En estos momentos nuestra única esperanza es que cada uno de nosotros tenga amor, compasión y misericordia, por su prójimo.
El asunto no es lo que tu digas sobre esto, sino lo que nos dice Jesús sobre esto. Cuando decimos: Venga tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. ¿Comprendemos lo que decimos? Cuando leemos: Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión. ¿Comprendemos lo que leemos? Jesús nos dijo: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.
Necesitamos tener el amor, la compasión y la misericordia del Señor, porque solamente así, podremos resolver nuestros problemas.
Que los problemas de tu prójimo toquen tu corazón y hagas algo, aunque sea pequeño. El asunto es hacer algo.
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