Existe un principio de vida que dice que te convertirás en lo que piensas. Por eso, ten mucho cuidado porque hay pensamientos que se convierten en palabras, con un gran poder destructivo y debes evitarlos a toda costa, para que no te hagan daño.
Nunca pienses, ni digas: Es imposible. Estoy muy cansado. Nadie me ama. No aguanto más. No puedo seguir. Siento odio. Me siento triste. No puedo hacerlo. No vale la pena. No soy digno de perdón. Tengo miedo. Estoy preocupado. No tengo paz. Estoy muy impaciente. No hay esperanza. Tengo envidia. No puedo olvidar ni perdonar. No soy muy inteligente. Me siento solo. No tengo fe. No soy capaz. No me puedo controlar.
Dirige tus pensamientos y tus palabras hacia el éxito. Piensa y habla así: Es posible. Tengo suficientes fuerzas. Tengo quien me ame y sobre todo, Dios me ama. Puedo dar un poco más y caminar la milla extra. No existe odio en mi. Soy feliz. Si se puede. La vida merece la pena. Todo lo he perdonado y me han perdonado. Resisto al miedo. Soy una persona optimista y positiva. Vivo en paz, con paciencia y esperanza. Me alegra el éxito de los demás. Tengo dominio propio.
Para triunfar lo seguiré intentando y tendré suficiente fe para perseverar, aprendiendo de mis errores para mejorar, esforzarme con valor cada vez.
¡Si puedes! Dios te dió creatividad, inteligencia y fuerzas para perseverar. ¡Claro que si puedes!
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