Amas a tus hijos lo suficiente como para:
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Preguntarles a dónde van, con quién van y a qué horas regresarán.
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Insistir en conocer sus amigos.
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No callar y hacerles saber que esa nueva amistad no es buena.
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Establecer horarios para las salidas.
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Hacerles devolver lo que tomaron sin ser de ellos.
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Enseñarles que mentir tiene graves consecuencias.
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Mandarlos a limpiar su cuarto.
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Dejarlos asumir la responsabilidad de sus acciones.
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Darles a comer "comida" en lugar de las "chucherías o comida rápida" que te piden.
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Decirles "No" aunque ellos se molesten.
No es fácil hacer todo lo anterior porque al ver la actitud de enojo de tus hijos hacia ti, te duele el corazón y es ahí donde se demuestra el verdadero amor. Amar es perseverar en lo que es bueno para tu hijo aunque no le guste y se enoje contigo. Pero no te preocupes, tu hijo eventualmente comprenderá y regresará a ti, como el hijo pródigo de la parábola de Jesús.
Siembra buena semilla en tus hijos porque el mundo al que se van a enfrentar necesita de principios sólidos.
Dios te ha mandado a no olvidar los valores y principios que Él te ha enseñado y también te ha dado la responsabilidad de enseñarlas y explicarlas a tus hijos, permanentemente y en todo lugar, hasta que las aprendan.
Es preferible que para ti sea difícil la crianza de tus hijos, a que para ellos sea difícil la vida.
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