miércoles, 9 de marzo de 2011

Un Paso A La Vez

¿Cuáles son las cualidades humanas que logran el éxito? Estudiemos estas palabras:

Tenacidad: Mantenerse firme y pertinaz en un propósito.
Persistir: Mantenerse firme o constante en algo.
Perseverar: Mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado.

Si queremos avanzar, prosperar y crecer, usemos las piedras de los tropiezos y problemas como peldaños hacia el éxito. No temamos al fracaso ni al ridículo. Más bien, caminemos firmes hacia nuestra meta, a pesar de las tormentas de circunstancias adversas que tratan de impedirnos que lo logremos. Ese es el carácter de la persona exitosa.

Perseveremos en aprender a hacer lo que necesitamos para lograr nuestras metas y hagámoslo tantas veces como se requiera, hasta lograr hacerlo bien. Es importante que no prestemos atención al tiempo transcurrido y que mantengamos nuestra concentración en la meta, trabajando todos los días y sin pausa en el logro de esa meta, aunque sintamos que no avanzamos. Recordemos que la impetuosidad y desesperación no logran el éxito, pero la paciencia si y la paciencia solo es posible cuando nuestro interés no disminuye. Trabajemos entonces duro porque los logros realmente buenos y duraderos, nunca son fáciles ni rápidos.

Saquemos el fracaso de nuestra mente y nuestro vocabulario. No tengamos miedo de caer, tengamos miedo de no levantarnos otra vez, porque las personas siempre aprendemos de las equivocaciones. Todo es relativo y nuestra perspectiva depende de la percepción que tengamos. Es un hecho que un error es lo que vemos antes de poder ver los beneficios, que una desventaja nos preocupa hasta que la transformamos en una ventaja y que un problema existe hasta que hallamos la solución. Por lo tanto, olvidemos los fracasos pero aprendamos de los errores, porque el que nunca se equivoca, nunca aprende nada.

Lo único importante es dar el primer paso y perseverar para dar el segundo, el tercero y así sucesivamente hasta llegar a nuestra meta.

Mateo 13:1-9
Aquel mismo día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del lago. Como se reunió mucha gente, Jesús subió a una barca y se sentó, mientras la gente se quedaba en la playa. Entonces se puso a hablarles de muchas cosas por medio de parábolas. Les dijo: Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por semilla, otras sesenta granos, y otras treinta. Los que tienen oídos, oigan.

Mateo 13:18-23
Escuchen, pues, lo que quiere decir la parábola del sembrador: Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje sembrado en su corazón. La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero como no tienen suficiente raíz, no se mantienen firmes; cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, fallan. La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos. Pero la semilla sembrada en buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden y dan una buena cosecha, como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla.

Mateo 24:13
Pero el que siga firme hasta el fin, se salvará.

Lucas 21:19
¡Manténganse firmes, para poder salvarse!

Filipenses 3:12-14
No quiero decir que ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús.

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