Si nuestro Padre celestial quisiera que todos nosotros lo amáramos y obedeciéramos sin excepción, hubiese creado autómatas. Sin embargo, creó seres humanos con libre albedrío, para decidir si queríamos amarlo y obedecerlo o no. O sea que, tenemos que decidir voluntariamente si queremos amarlo, obedecerlo, seguirlo y aceptar Su voluntad.
EL Señor es el que decide que es lo que está bien y que es lo que está mal. Qué es bueno y que es malo. Nosotros debemos aceptar su voluntad y obedecerlo por amor. Por amor a nuestro creador, que nos ha dado todo y que como un buen Padre nos forma, disciplina, cuida, protege y provee. Pero lo hermoso de la creación es que nada es obligado, nosotros tenemos que tomar decisiones y elegir.
Nuestro Padre celestial tiene un plan y un propósito específico con cada uno de nosotros. Si nosotros lo amamos y queremos obedecerlo y hacer Su voluntad, debemos acudir más a Él en oración y a pedirle que nos muestre el camino que ha preparado para nosotros y que comparta Su plan con nosotros. Con la guía del Señor debemos tomar las decisiones correctas, hallar las mejores salidas y encauzarnos por la dirección correcta.
Nuestra vida en este mundo es un ensayo, una prueba. Porque para poder entrar en el cielo, tenemos que ser como niños y amar a nuestro Padre, obedeciendo y haciendo Su voluntad. Porque eso lo haremos allá en nuestra próxima vida en el cielo. ¿Cómo podría El Señor dejar entrar en el cielo a que no sea capaz de actuar así?
Nuestra decisión tiene implicaciones eternas. Tenemos que decidir. ¿Qué decides?
Génesis 2:15-17
Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, le dio esta orden: Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.
Génesis 3:4-5
Pero la serpiente le dijo a la mujer: No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.
Mateo 6:10
Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo.
Mateo 7:21
No todos los que me dicen: Señor, Señor, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial.
Mateo 12:50
Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
Mateo 26:42
Por segunda vez se fue, y oró así: Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad.
Juan 5:30
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo según el Padre me ordena, y mi juicio es justo, pues no trato de hacer mi voluntad sino la voluntad del Padre, que me ha enviado.
Juan 6:38
Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado.
Juan 9:31
Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario