martes, 1 de marzo de 2011

En La Unión Está La Fuerza

Todos sabemos que en la unión está la fuerza. Ese concepto ya es parte de la cultura popular. Todos sabemos que una teja es fácil de partir pero un grupo de tejas ya no puede partirse. Una vara de madera es fácil de partir, pero un manojo de varas no hay quien lo parta. Un hilo que parte muy fácilmente, pero que muchos hilos juntos hacen una cuerda. Hay muchos ejemplos físicos como los ya mencionados y es necesario incluir los ejemplos sociales, en los que un grupo de personas ha logrado la fuerza que una sola persona nunca tendría. La historia del mundo está llena de esos ejemplos, desde gestas emancipadoras e independentistas, hasta los movimientos sindicales. En la unión está la fuerza.

Cuando Jesús oró por todos nosotros, el jueves Santo, poco antes de ser hecho prisionero, dijo que Él ya no seguiría en este mundo, pero nosotros si y le pidió al Padre, que nos cuidara para que estuviéramos completamente unidos. Oró para estuviéramos unidos, fuéramos una sola cosa y llegáramos a ser perfectamente uno.

Han pasado dos milenios de esa oración y nuestra unión deja mucho que desear. ¿Cuándo obedeceremos al Señor? Católicos y Protestantes, nos tratamos como enemigos y ¿qué decir de las profundas divisiones que hay dentro del mundo protestante? Todos nosotros, los que creemos en Cristo y lo seguimos, ponemos nuestra atención en lo que nos diferencia y nos separa, el lugar de enfocarnos en lo que nos hace iguales y nos une. Al dividirnos nos debilitamos y faltamos a nuestra obligación ser fuertes y unidos para ir a las gentes de todas las naciones, hacerlas discípulos de Cristo, bautizarlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñarlas a obedecer todo lo que Cristo nos mandó.

El apóstol Juan dice en el capítulo 1 de su Evangelio, que a quienes recibimos a Jesús y creemos en Él, se nos concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios y somos hijos de Dios, porque Dios nos ha engendrado. Por lo tanto, todos nosotros, que recibimos a Jesús y creemos en Jesús, somos hermanos de un mismo Padre, trabajando por una misma causa. Si nos dividimos, no estamos siendo ejemplo de nuestra hermandad y del amor que Cristo nos enseñó.

Respetemos nuestras diferencias y pongamos nuestra mirada en Jesús, siguiéndolo a Él y haciendo lo que Él hizo. Jesús trató con fariseos, saduceos, esenios, romanos, samaritanos, paganos, siro-fenicios, publicanos, prostitutas, pecadores y toda clase de personas. Nunca les criticó sus ritos, doctrinas o costumbres religiosas. Siempre les habló de Amar al Señor nuestro Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo. Cuando hizo críticas, fue sobre la falta de ese amor. Su lema fue: Sean compasivos, misericordiosos y traten a los demás como quieres que ellos te traten a ustedes. Sigamos Su ejemplo. Eso nos unirá.

¡Unámonos en Cristo para hacer lo que Él nos mandó a hacer!

Juan 1:12-13
Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.

Mateo 28:18-20
Jesús se acercó a ellos y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Juan 17:11-12
Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo. Cuando yo estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura.

Juan 17:20-23
No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.

Romanos 12:5
Así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo.

Gálatas 3:28
Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo.

Efesios 4:3
Procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos.

Filipenses 1:27
Solamente esto: procuren que su manera de vivir esté de acuerdo con el evangelio de Cristo. Así, lo mismo si voy a verlos que si no voy, quiero recibir noticias de que ustedes siguen firmes y muy unidos, luchando todos juntos por la fe del evangelio.

Filipenses 2:2
Llénenme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito.

1 Pedro 3:8
En fin, vivan todos ustedes en armonía, unidos en un mismo sentir y amándose como hermanos. Sean bondadosos y humildes.

1 Juan 1:7
Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

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