¿El primero o el último? ¿Grande o pequeño? ¿El que es servido o el que sirve? ¿Jefe y Señor o súbdito?
Los aspectos que el mundo considera para medir la prioridad, la grandeza y la importancia, probablemente son: la belleza, el dinero, el poder, la fama, las capacidades o habilidades, los títulos académicos o nobiliarios y aspectos similares. Sin embargo, es posible que exista una diferencia entre la notoriedad y la grandeza e importancia de una persona. Podemos concebir que existan personas de grandeza e importancia indiscutible que son muy poco notorias y viceversa, personas de gran notoriedad y muy poca grandeza e importancia. ¿Cómo es esto posible?
La idea que queremos plantear es que no tiene nada que ver la notoriedad de una persona por sus características o logros, con su grandeza e importancia desde el punto de vista de Jesucristo. Para El Señor, la grandeza y la importancia son cualidades del alma. No es en realidad un rango o posición y puede coronar igualmente a una persona muy notoria o a una sin notoriedad alguna.
Jesucristo estableció que la verdadera grandeza y la real importancia se logran entregándonos al servicio del prójimo o dicho de otra manera, aliviando las cargas de otros. Esto puede implicar el realizar obras simples y humildes como si fueran obras grandes y nobles, pero también implica realizar obras grandes y nobles como si fueran simples y humildes. Sin embargo, nunca lo entenderemos sino aceptamos que esa grandeza y esa importancia, es la luz de la cual nosotros no somos los portadores, sino que es la luz que nosotros reflejamos de Jesucristo, quién nos envió. El principio es que quien no permanece en su pequeñez, pierde su grandeza.
Mateo 18:24
Jesús llamó entonces a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. El más importante en el reino de los cielos es el que se humilla y se vuelve como este niño.
Mateo 20:25-28
Pero Jesús los llamó, y les dijo: Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás; y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud.
Marcos 9:34-35
Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos.
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