Gracias es una palabra que conocemos bien pero que hemos incorporado muy poco en nuestra relación con nuestro Padre que está en el cielo. El problema es que siempre tenemos quejas y nos enfocamos en lo que no tenemos, en lugar de concentrarnos en lo que somos y tenemos. Este cambio de enfoque nos transforma casi automáticamente en hijos agradecidos de Dios.
Sin embargo, siempre tenemos quejas en uno o varios de los siguientes temas: Dinero, pareja, trabajo, salud, carrera profesional, negocios, familia, estudios, gobernantes, vivienda, etc. Lamentablemente somos esclavos de la ingratitud porque nos enfocamos en lo que no tenemos. ¿Cuántas veces agradecemos lo que somos, lo que tenemos y lo que hemos vivido? ¿Hemos valorado cada momento de nuestra vida? ¿Hemos valorado todo lo que Dios nos ha dado? ¡Qué hermosa se ve la vida con el lente de la gratitud!
La gratitud es esencial para tener una buena relación con la pareja, la familia, los compañeros de estudio y trabajo, los amigos, los vecinos y hasta los gobernantes. Debemos comprender que la gratitud es también esencial para tener una buena relación con El Señor. El opuesto a la gratitud es la ingratitud y se demuestra con la infidelidad, la falta de valoración, la falta de aprecio y el desprecio. Nosotros tristemente somos infieles al Señor, no lo valoramos ni lo apreciamos y podemos llegar hasta el desprecio. Todo esto demuestra nuestra falta de gratitud y tiene consecuencias terribles.
Cada día nos ofrece un motivo para estar agradecido. Pensemos por un momento en todas las cosas que Dios te ha dado: todo lo que Él hizo en la cruz para que tengamos vida, las lecciones y enseñanzas que Él nos ha dado, las circunstancias y adversidades que nos han hecho crecer, las oportunidades que nos ha brindado, su protección frente a los peligros y desgracias, nuestra pareja, hijos, padres, familia, amigos, compañeros y maestros, nuestra provisión diaria, los estudios, la carrera profesional, el país donde nacimos y donde vivimos, todos los buenos recuerdos y sobre todo, por ser nuestro amigo y perdonarnos todos nuestros errores y amarnos a pesar de todas nuestras debilidades. ¿Podemos ser agradecidos? La gratitud es como un músculo que mientras mas lo ejercitemos más fuerte se pondrá.
Practiquemos: Cada día al despertarnos, agradezcamos a nuestro Padre por todas y cada una de las bendiciones que hemos recibido y seamos también agradecidos con El Señor en el grupo familiar. Un buen momento para hacerlo, es antes del almuerzo dominical. Conversemos en familia sobre nuestros motivos de agradecimiento.
¿Qué padre no desea tener un hijo agradecido?
Mateo 15:36
Tomó en sus manos los siete panes y los pescados y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y los dio a sus discípulos, y ellos los repartieron entre la gente.
Mateo 26:26-27
Mientras comían, Jesús tomó en sus manos el pan y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a los discípulos, diciendo: Tomen y coman, esto es mi cuerpo. Luego tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, se la pasó a ellos, diciendo: Beban todos ustedes de esta copa.
Marcos 8:6
Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y se los iba dando a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente, y así lo hicieron.
Lucas 17:16
Y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre era de Samaria.
Lucas 24:30
Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio.
Efesios 5:20
Den siempre gracias a Dios el Padre por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
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