¿Ha visto alguna vez un tambor giratorio?
Es un aparato industrial para limar las asperezas de piezas de metal nuevas. Consiste en un casco o tambor montado para que gire a una velocidad predeterminada. En él se ponen las piezas de fundición o de acero manufacturado. También se pone en el barril un abrasivo, como por polvo de alúmina o carborundo, o a veces arena, perdigones de goma o de acero. Depende de las características y la dureza de las piezas metálicas. El tambor se pone a girar. Con cada revolución, las piezas metálicas se alzan hasta la mitad del cilindro, y luego caen nuevamente hasta el fondo por la fuerza de la gravedad. Al rodar, golpean unas contra otras y se rozan contra el abrasivo, con lo que desaparecen las irregularidades y se pulen los bordes.
Así quedan en condiciones de funcionar como es debido. Este ingenioso proceso se asemeja mucho a los tumbos que da el hombre en su vida. Entramos al mundo con las asperezas típicas de las piezas que acaban de manufacturarse y todavía no se han pulido. Pero a medida que transitamos por la vida, nos rozamos unos con otros y también contra las dificultades y asperezas con que nos topamos. Eso tiene en nosotros un efecto muy parecido al que tiene un abrasivo de un tambor giratorio en las piezas metálicas. Esas fricciones pulen y hacen madurar nuestra personalidad.
Hay personas bien intencionadas a las que la vida les parece demasiado dura. Si por ellas fuera, acomodarían y organizarían el mundo de tal forma que nadie tuviera que sufrir. Sin embargo, si no tuviéramos que luchar, ¿cómo se llegaría a forjar nuestra personalidad? ¿Cómo podría uno pulirse, madurar y hacerse fuerte?
Épocas de gran calamidad y confusión han producido las mentes más geniales. El oro más puro se produce en los hornos más calientes y los rayos más brillantes vienen con las tormentas más oscuras. Las piedras preciosas no parecen gran cosa hasta que son pulidas en un tambor giratorio. Este proceso de moldeado es lo que forja a los seres humanos.
Por ásperas y desagradables que sean las dificultades, son lo que impulsa nuestro desarrollo. Enfrente cada dificultad pidiendo la guía y enseñanza del Señor, en oración, y con fe. Con ese mecanismo, puede hacer frente a toda situación que se presente.
Isaías 48:10
Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata, sino que te probé en el horno del sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario