¡La vida es una lucha! ¡Exige fe, valor, voluntad y mucho ánimo! Lo que nos ocurre a muchos es que nos rendimos cuando apenas las cosas comienzan a ponerse difíciles. Algunos de nosotros desmayamos y nos rendimos, física, mental y espiritualmente. Sin embargo, Dios dice que perseveremos y no desmayemos. No nos cansemos, no desmayemos y sobre todo no nos rindamos, porque a su tiempo podremos cosechar el producto de nuestra fe y perseverancia.
¡La voluntad es poderosa! La fe pueden levantarnos de una enfermedad y puede sacarnos de cualquier angustia. Con frecuencia la fe y la voluntad ardientes vencen impedimentos aparentemente insuperables. Cuando estamos abatidos, abajo y en el suelo, tenemos una pésima perspectiva del mundo. Cuando cobramos ánimo y nos levantamos, estamos arriba y tenemos una perspectiva muy superior, para ver por encima de los obstáculos.
Todo esto se dice fácil pero en realidad es muy difícil. Lo hemos escuchado mil veces y hemos tratado pero cuando comienza la tormenta se nos olvida que hay que tener fe. El secreto está en buscar a Dios. En vano nos esforzamos si no es el Señor quien nos fortalece y provee la victoria. ¡En nuestra debilidad, incapacidad y cortedad encuentra Dios la oportunidad de demostrar Su fuerza, Su capacidad y Su poder! ¡No te rindas tan pronto, no dejes que te rescaten prematuramente, no abandones justo antes de la victoria! ¡Cosas maravillosas pueden pasar en ese lapso adicional de tiempo, cuando decides no rendirte, sino buscar a Dios, seguir creyendo y orando! ¡Nunca te arrepentirás! ¡Te alegrarás por toda la eternidad de haber aguantado y haber seguido adelante por Jesús!
Mateo 8:24-27
En esto se desató sobre el lago una tormenta tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido. Entonces sus discípulos fueron a despertarlo, diciéndole: ¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo! Él les contestó: ¿Por qué tanto miedo? ¡Qué poca fe tienen ustedes! Dicho esto, se levantó y dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente tranquilo. Ellos, admirados, se preguntaban: ¿Pues quién será este, que hasta los vientos y el mar lo obedecen?
Mateo 14:29-32
Ven, dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.
Mateo 17:20
Jesús les dijo: Porque ustedes tienen muy poca fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de aquí y vete a otro lugar, y el cerro se quitaría. Nada les sería imposible.
Mateo 21:21-22
Jesús les contestó: Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no solamente podrán hacer esto que le hice a la higuera, sino que aun si a este cerro le dicen: Quítate de ahí y arrójate al mar, así sucederá. Y todo lo que ustedes, al orar, pidan con fe, lo recibirán.
Lucas 18:18
Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse. Les dijo: Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. En el mismo pueblo había también una viuda que tenía un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero después pensó: Aunque ni temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, la voy a defender, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia. Y el Señor añadió: Esto es lo que dijo el juez malo. Pues bien, ¿acaso Dios no defenderá también a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Les digo que los defenderá sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?
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