En el libro de Apocalipsis, capítulo 4, versículo 11, dice: Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas.
Dios lo creó todo. Por lo tanto, también creó los placeres humanos. El placer de: ver, escuchar, oler, sentir, degustar, comer, beber, descansar, dormir, amar, alegrarse y el placer sexual. Dios en su eterno y gran amor determinó que satisfacer las necesidades de la vida fuera placentero. Además nos capacitó para disfrutarlo. Nos dio los 5 sentidos y centros sensoriales para experimentar los placeres de su creación.
La pregunta es, si el placer fue creado por Dios para nuestro bien: ¿Por qué el ser humano se mete en tantos problemas al disfrutar de esos placeres? Estamos frente a un dilema de prioridades. El problema es que hacemos de los placeres el centro de nuestra vida y los ponemos por encima de Dios y también los ponemos por encima de nuestro prójimo.
Jesús nos enseñó y nos mandó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a este; dice: Ama a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:3739).
Muchas veces nuestro placer no toma en consideración los sentimientos o necesidades de nuestro prójimo y generalmente nuestro deseo de placer se torna más importante que todo incluyendo a Dios. Ahí está el problema.
El Salmo 37 en su versículo 4 dice: Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos. O sea, comencemos deleitándonos en El Señor, después podremos disfrutar de los placeres de la vida, en una forma organizada y de acuerdo con el plan de Dios. También leemos en Mateo, capítulo 6 versículo 33: Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. Por lo tanto, primero debemos buscar a Dios y practicar su justicia y todo lo demás lo disfrutaremos al máximo pero dentro de su modelo perfecto.
El placer no es malo. ¿Cómo puede serlo si Dios lo creó para nosotros? Ahora, el placer sin tener a Dios como nuestra primera prioridad, puede ser agradable en el momento, pero después se vuelve amargo y nos trae problemas. Por el contrario, el placer disfrutado teniendo a Dios en el centro de nuestra mente, vida y corazón, es un placer extraordinario, duradero y nunca se vuelve amargo, ni nos trae problemas.
Es importante comenzar bien.
¡Pruébalo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario