lunes, 27 de diciembre de 2010

La Cadena Eterna De Amor

Vine a la Tierra porque te amo. Renuncié a cuanto tenía, a todo el poder, la gloria y el esplendor del Cielo, para poner a tu alcance el preciado tesoro de la salvación y la vida eterna. Hace mucho, mucho tiempo, la noche en que nací, di comienzo a una cadena eterna de amor, y cuento con que tú la continúes. Mi regalo de salvación es para todo el que lo acepte. Anhelo que todos los moradores de la Tierra me conozcan y perciban el amor que albergo por ellos.
 
Sin embargo, he escogido obrar por medio de seres humanos. Mi mensaje siempre ha sido y será transmitido por los labios, las manos, los pies y los actos de quienes han decidido ser Mis amigos, Mis seguidores, Mis discípulos. A lo largo de los siglos, cientos de miles de seguidores Míos se han entregado a la labor de perpetuar esta cadena de amor. Algunos han dado poco; otros, mucho; y hay quienes se han entregado de lleno. Mas cada uno hizo su parte para continuar la cadena, según lo que quería dar, conforme a lo que Yo le indicaba, en proporción a su fe y su deseo.
 
Amar es sinónimo de dar. Dar no es solo un acto de amor; es la propia esencia del amor. No existe amor de verdad sin entrega. No existe amor genuino sin sacrificio. Eso te enseñé el día que bajé del Cielo. Ese es el auténtico espíritu de la Navidad: dar, compartir, interesarse por el prójimo. Dar siempre cuesta, pero por otra parte conduce a generosas recompensas. Quien se entrega abnegadamente descubre la mayor de las satisfacciones, tanto aquí en la Tierra como en la esfera celestial.
 
En esta Navidad quiero que pienses en la generosidad y el servicio a los demás. Quiero que recuerdes lo que Yo te obsequié cuando descendí a la Tierra y lo que te he dado desde entonces, tanto lo grande como lo pequeño, las oraciones que has visto respondidas y las bendiciones que te he otorgado. Tómate un tiempo para repasar tu vida desde la perspectiva de lo que has recibido de Mí.
 
No sólo quiero que Mi cadena de amor se mantenga: anhelo que se extienda y se haga más firme. Quiero que rodee toda la Tierra, que todos tengan oportunidad de participar. Ansío que Mi Espíritu de amor afecte la vida de cada persona del mundo. Así pues, da, y se te dará. Entrégame a los demás. Llévales Mis Palabras. Ofrécete a ellos. Haz tu parte para que el máximo número posible de personas sienta Mi Espíritu.
 
Por encima de todo, entrega amor.
 
Si aún no has aceptado a Jesús, el regalo más precioso de Nuestro Padre celestial, hazlo ahora mismo con esta sencilla oración:
 
Jesús, gracias por venir a la Tierra a vivir igual que uno de nosotros y a sufrir todas las cosas que padeciste para que llegáramos a conocer el amor de nuestro Padre celestial. Gracias también por morir por mí, para que pudiera reconciliarme con Él y alcanzar la vida eterna en el Cielo. Te acepto ahora como Salvador. Te ruego que me perdones todas mis faltas y que pueda llegar a conocerte y a amarte de forma profunda y personal. Amén.
 
Juan 3:16
Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
 
 
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.

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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.

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