domingo, 26 de diciembre de 2010

El Príncipe De Paz

Poema de Laurence Housman:

La Luz miró hacia abajo y contempló las Tinieblas. —Allí iré —dijo.
La Paz miró hacia abajo y contempló la Guerra. —Allí iré —dijo.
El Amor miró hacia abajo y contempló el Odio. —Allí iré —dijo.
Así, vino la Luz y alumbró.
Vino la Paz y trajo sosiego.
Vino el Amor y dio vida.
 
¿Por qué hay tanto dolor y guerras? ¿Por qué mueren tantos inocentes? ¿Por qué hay pobreza y hambre? ¿Por qué abunda el odio y falta amor? Sin embargo, sabemos que la esperanza llegó a nosotros hace ya más de 2.000 años. Aquella noche singular Jesús llegó al mundo para enseñarnos a amar a Dios y al prójimo. Años más tarde y ya como hombre, nos mostró su propio amor al morir por nosotros para darnos la promesa de vida eterna en el Cielo.
 
Si Jesús trajo el amor y a esperanza ¿Por qué hay tanta falta de ambas cosas en la tierra? Porque Jesús no trajo una solución colectiva, sino una individual. Cada uno de nosotros debe cambiar personalmente para que entonces el mundo pueda cambiar y ser el reflejo de su esperanza y amor. Todos queremos que el mundo cambie y sea mejor, pero no queremos hacer los necesarios cambios individuales que Jesús nos mandó a hacer. ¡Ese es el problema del mundo!
 
Este es el esquema: Cada uno de nosotros debe esforzarse para ser luz y esperanza para todos los que nos rodean. Cada uno de nosotros debe amar al prójimo de la manera en que Jesús nos enseñó. Entonces nuestro entorno cambiará y la reacción en cadena que se generará, producirá un mundo nuevo como el que siempre hemos soñado. ¿Una fantasía? ¿Una utopía? Depende de nosotros. El mundo no va a ser mejor a menos que yo sea mejor. El mundo no va a ser mejor a menos que tú seas mejor. El mundo no va a ser mejor a menos que cada uno de nosotros sea mejor individualmente.
 
Si lo buscamos, Jesús nos conducirá a través de las tinieblas hacia la luz. Jesús vino al mundo a ofrecernos vida, paz y amor que no conocen fronteras, sin distinción de raza, religión, color de piel, ni credo. Su amor y Su paz son para el momento actual y para la eternidad. Él desea estar con nosotros en todo momento y acompañarnos en toda penalidad y en todo trance. Quiere protegernos del mal y ser para nosotros una lumbrera cuando nos envuelvan las tinieblas. Por muy sombrías que sean las circunstancias, siempre estará presente para ayudarnos a sobreponernos a ellas. Nunca dejará de estar a nuestro lado, siempre estará presto a responder nuestras interrogantes, a guiarnos e instruirnos, a consolarnos y animarnos. Aun cuando nos veamos acechados por el peligro, no tendremos por qué temer ni preocuparnos. Si albergamos el amor de Jesús en nuestro corazón, pase lo que pase, Él cuidará de nosotros. Por muy oscura que sea la noche, Su luz nos iluminará.

Jesús es nuestro más íntimo y entrañable amigo. Podemos hablar con Él en cualquier sitio, en cualquier momento, y Él nos responderá. Nos hablará al alma y Nos guiará en medio de las tempestades de la vida. Jesús, el Príncipe de Paz, no solo transmite paz a nuestro corazón aquí y ahora, sino que cuando esta vida llegue a su fin, nos llevará a Su remanso de paz. En Su reino celestial ya no habrá opresión, ni guerras, ni pobreza. No habrá lugar para el dolor ni las enfermedades. No cabrán los padecimientos los pesares y la muerte; solamente prevalecerán la paz y la abundancia para todos. El mal y las tinieblas no se atreverán a entrar allí.
 
Jesús te extiende la mano ahora. ¿Aceptamos Su amor?
 
Si la aceptamos digámosle a Él: Jesús, quiero recibir Tu regalo de amor, un amor que satisfaga mis anhelos, que me permita iluminar la vida de mis semejantes y llevarlos a encontrar la felicidad verdadera. Te ruego que me perdones mis pecados y que entres en mi corazón como mi Señor y Salvador. Lléname, por favor, de Tu Espíritu Santo y ayúdame a dar ejemplo de Tu amor, para que se despierte también en los demás el deseo de abrirte el corazón y recibir Tu amor. Amén.
 
Feliz Navidad para todos
 
 
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.

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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.

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