En Isaías 9:6 leemos la siguiente profecía: Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la paz. De acuerdo al relato de Lucas 2:14, la noche que nació Jesús, los ángeles proclamaron: ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!
Es porque Jesús trajo la paz al mundo y ahora es nuestro Príncipe de Paz. Sin embargo, la humanidad lleva miles de años aspirando a la paz, y parece que todavía no la hemos logrado. La paz auténtica en todas las esferas, tanto en el terreno personal, como en el familiar, comunitario, empresarial, nacional y sobre todo en el internacional, pareciera hoy más difícil de alcanzar que nunca.
Podemos establecer dos tipos de paz. La humana y la de Dios, que nos trae Jesús. La paz humana es una simple ausencia de conflicto y como ya dijimos pareciera muy difícil de alcanzar. Sin embargo, hay otro tipo de paz y esta es una sensación real y verdadera de equilibrio y bienestar interior que procede de Dios y que, como un tesoro, se nos concede a los que aceptamos, creemos y seguimos a Jesús, el Príncipe de Paz. Sin Jesús no es posible lograr este tipo de paz.
Aquí ocurre un milagro. Una vez que Jesús te regala esa paz interior, obtienes contentamiento, equilibrio, serenidad y dominio propio, que se refleja en tus relaciones con los demás y comienzas a tener paz en tus relaciones familiares, con tus vecinos y con tus compañeros de trabajo. ¡Tú puedes lograr esto hoy mismo! No esperes por la frágil paz humana, busca primeramente tu paz interior por medio de Jesús. Acude directamente al único proveedor de paz interior y aunque a tu alrededor haya guerra, agitación y caos, permanecerás inmune a todo eso porque interiormente estarás en paz.
Jesús ofrece a cada persona de la tierra auténtica paz interior y consuelo, vida y amor eternos. Todo ello viene incluido en el regalo de salvación que nos hace y cuyo valor es incalculable. ¡De eso se trata la Navidad! Y a lo que podemos aspirar es que muchas personas hagan de Jesús su Príncipe de Paz y al estar en paz con ellos mismos y con los que los rodean, se produzca un efecto de multiplicación que como ondas expansivas, vaya generando la paz en nuestras comunidades, ciudades y países, hasta lograr la paz internacional. Eso sería el Reino de Dios en la tierra. ¡Eso si sería una verdadera celebración de la natividad de Jesús!
Padre nuestro que estás en los cielos, venga a nosotros tu reino. No celebremos con fiestas, regalos y más caos. Celebremos tu nacimiento con ¡PAZ!
Feliz Navidad y Paz para todos.
Mateo 5:9
Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.
Mateo 5:24
Deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda.
Marcos 9:50
La sal es buena; pero si deja de estar salada, ¿cómo podrán ustedes hacerla útil otra vez? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.
Lucas 1:78-79
Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.
Lucas 24:36
Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: Paz a ustedes.
Juan 14:27
Les dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo.
Juan 16:33
Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
Juan 20:19-21
Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Juan 20:26
Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo: ¡Paz a ustedes!
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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