Nosotros siempre pedimos lo que queremos, pero la pregunta es: ¿Es eso lo que nos conviene? Nosotros queremos que todo sea perfecto, sin problemas, sin dificultades, sin adversidades y sin dolor. Normalmente eso es lo que pedimos porque eso es lo que queremos. Por eso, cuando llegan los problemas, las dificultades, las adversidades y el dolor, sentimos que la vida ha perdido la perfección que deseábamos y que no es justo lo que nos sucede. ¿Somos capaces de aceptar las circunstancias de la vida aunque no sean agradables? ¿Aceptamos lo que nuestro Padre celestial ha permitido que suceda?
El optimista no es aquel que no ve los problemas, las dificultades, las adversidades y el dolor, sino aquel que no se asusta ante la situación, no retrocede, no se retira y no se rinde. Para este tipo de personas, los problemas, las dificultades, las adversidades y el dolor, producen fortaleza, madurez y crecimiento. Las personas más exitosas del mundo no han vivido una vida “perfecta”, más bien, han tenido la bendición de atravesar períodos muy difíciles con los cuales El Señor las ha transformado en personas capaces de vencer y triunfar ante cualquier circunstancia.
Hay derrotas que producen más enseñanzas que muchas victorias y así como un éxito no significa la victoria, tampoco un fracaso es sinónimo de derrota. Entonces, si nos caemos, lo único que debemos hacer es levantarnos de nuevo. Cuando atravesemos las tormentas de la vida, no huyamos, no entremos en pánico y no nos rindamos, sólo tengamos fe en Nuestro Señor y confiemos en que Él hará que esa tormenta sea para nuestro bien, aunque esto no sea fácil de aceptar porque nuestra percepción nos engaña. Por lo tanto, no percibamos por vista sino por fe.
La vida “perfecta y sin tormentas” produce personas débiles, inmaduras y frágiles.
Mateo 8:23-27
Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo acompañaron. En esto se desató sobre el lago una tormenta tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido. Entonces sus discípulos fueron a despertarlo, diciéndole: ¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo! Él les contestó: ¿Por qué tanto miedo? ¡Qué poca fe tienen ustedes! Dicho esto, se levantó y dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente tranquilo. Ellos, admirados, se preguntaban: ¿Pues quién será este, que hasta los vientos y el mar lo obedecen?
Mateo 26:42
Por segunda vez se fue, y oró así: Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad.
Lucas 22:42
Dijo: Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Juan 16:33
Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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