domingo, 31 de octubre de 2010
Sueños o Decisiones
Evangelio Diario: Octubre 31
Versículo Para Hoy: Octubre 31
Pensamiento Para Hoy: Octubre 31
Padre nuestro que estás en el cielo, por favor aumenta nuestra fe, haznos humildes y danos dominio propio.
sábado, 30 de octubre de 2010
¿Quién soy yo?
Todavía no lo sé, no me has dicho aún qué fue lo que viste en mí para quererme. Y es que no entiendo la razón de tanto amor derrochado. ¿Quién soy yo para que Tú me hayas amado? Video hecho con la cancion quien soy yo de marcos vidal
Minero José Henríquez cuenta su testimonio
www.agenciaorbita.org/index.php
Mil millones de personas vieron por televisión el milagroso rescate de 33 mineros atrapados en Chile. Pero no tantos conocieron la historia de uno de ellos que ayudó a sus compañeros a pasar de las tinieblas a la luz. El programa de televisión de la CBN "Mundo Cristiano" viajó a la ciudad de Talca, al sur de Santiago, y habló en exclusiva con José Henríquez. Sus compañeros lo llamaban “don José” y la prensa lo bautizó como “el Pastor”, ¿Cómo prefiere usted que le digan? “Don José. Yo no soy pastor ni soy guía espiritual, como me han denominado, así que me calza mejor don José. Ellos me conocieron así y así me decían”. Quién es José Henríquez? ¿Cómo se describiría a sí mismo? “Un hombre sencillo, humilde, y testigo ocular del Evangelio, responsable del Evangelio. En esa forma me describiría, como un hombre con gratitud, en mi corazón hacia el Señor. Lleno de gozo, de alegría, de contentamiento, porque Su Espíritu habita en nosotros. Es el Espíritu Santo que nos hace sentirnos diferentes y que habita en todos lo hijos del Señor. Eso es lo que marca la diferencia en el creer en un Dios vivo. Así me describiría”. ¿Usted se considera un héroe por lo que hizo en la mina? “No, para nada, yo creo que el héroe se llama Jesucristo. Él es el único héroe que se puede mencionar. Independiente de lo que el hombre haya hecho adentro o afuera de la mina, Él es quien se merece la honra y la gloria. Dios es el Rey de reyes el Señor de señores, ese es el norte que yo conozco y creo yo que es el norte de todo cristiano. Creo que esa es la actitud que todo cristiano debe tener hacia el Señor Jesucristo. En todo lugar, independiente de dónde estemos, esa es la actitud que debemos de tener”. ¿Hace cuánto es usted cristiano? ¿Cómo y cuándo entregó su vida al Señor? “Hace treinta y tantos años atrás, a pesar de haber tenido un abuelo pastor, en la familia yo siempre escuchaba alabanzas, conocía hermanos cristianos, pero solamente era una persona “insertada” en una familia cristiana. Pero Dios trata en forma individual con cada uno. Pude llegar al conocimiento del Señor a través de mi propio abuelo. Yo solía acompañar a mi mamá a la iglesia solamente para que no le ocurriera nada. Un día saliendo de la iglesia mi abuelo me dijo ‘usted con ese cuerpo y tan cobarde, ¿cuándo va a aceptar al Señor?’ Yo lo miré y dije dentro de mi corazón, ‘¿qué se habrá creído este viejo?’ Pero el Señor tocó mi corazón y a la semana le estaba preguntando a mi madre ‘¿qué tengo que hacer para servir al Señor?’.Yo me acababa de retirar de un conjunto folclórico donde perdí diecisiete años. Eso no llenó mi vida. Mi mamá me dijo: ‘toma tu acordeón y preséntate donde el pastor', y así lo hice. Tomé mi acordeón y me presenté donde el pastor, pero no fue donde el pastor, fue donde el Señor. El llenó mi vida, llenó mi corazón, fue algo muy maravilloso para mí. Estaba cargado de inmundicia, estaba cansado de la vida, lleno de cosas, y Dios libertó mi vida. Me llenó de alegría, de gozo, y me hizo ser un corista para Él. Hoy día soy un corista para la honra y la gloria del Señor. Toco mi acordeón y mi guitarra para el Señor, ahora le canto al Amor de los amores. Él también me ha hecho ser un predicador, llevo la Palabra donde quiera que esté. Siempre le hablo a las personas, a mis compañeros, en todo lugar. Yo creo que cada persona que conoce al Señor quiere contarle al otro inmediatamente que haga lo mismo”. Usted le había dicho a su familia que la mina San José en Copiapó “estaba mala”. ¿Por qué? ¿Usted presentía que algo iba a ocurrir? “Yo había visto la situación, las condiciones no estaban bien, y pudimos constatar que la mina estaba explotando, reventando, por diferentes lugares. Además el Señor tomó a una abuela mía, y ella vino en dos oportunidades a avisarle a mi madre que a mí me iba a acontecer algo muy duro. Que iba a ser muy difícil que yo pudiera escapar. Yo me fui a la mina sabiendo esto. Pero sabemos que creemos en el Dios de las cosas difíciles, en el Dios de las cosas imposibles. Yo creo que el Señor avisa las cosas porque Él ama a su pueblo, yo creo que Dios es un Dios de amor, de misericordia. Cuando me despedí de mi hija, tuve la certeza de que algo me iba a ocurrir porque ella se esforzó demasiado por ir a despedirse de mí. Y yo supe en ese momento, que Dios iba a hacer algo conmigo. Pero me fui confiado, yo siempre cuando hago las cosas digo ‘Señor acompáñame en este viaje, acompáñame a entrar a la mina’. Los hijos de Dios, clamamos a nuestro Dios vivo, en nuestro corazón y donde quiera que estemos, Dios nos escucha. Por eso Él no tuvo contratiempo en estar con nosotros en el fondo de esa mina, porque Él es un Dios poderoso”. Algo de lo que más llamó la atención en el mundo fue que a la hora de ser rescatados, la mayoría de sus compañeros dio gracias a Dios (unos se arrodillaron, señalaron al cielo, salieron con la Biblia). Suponemos que antes del accidente ellos no tenías tanta fe en Dios… ¿Qué pasó? ¿Qué los hizo tener tanta fe? “Lo que pasó es que Dios nos colocó en esa situación y cuando vimos que ya no teníamos escapatoria – nosotros buscamos todas las posibilidades de tener una puerta de escape y no la había, Dios cerró la puerta por los dos lados – no nos quedó de otra más que organizarnos y ver qué podíamos hacer humanamente. Cuando vino la repartición de esta organización, de esta forma de hacer las cosas, ellos sabían que yo era cristiano evangélico, entonces me dijeron: ‘usted se va a hacer cargo de la oración y usted nos va a guiar en la oración’. Yo dije ‘gloria a Dios’ dentro de mi corazón porque era una oportunidad de trabajar para el Señor, sin importar la situación en que estábamos. El Señor quiere que el hombre se humille, quiere que el hombre le busque en espíritu y en verdad y Él dice que ama al que se humilla. Esas palabras venían a mi mente y podía ver que el Señor nos conducía de tal manera que nuestra oración pudiera ser efectiva, que fuera una oración que convenciera a Dios. Yo creo que lo que Dios vio ahí fue humillación, creo que no hubo ninguno de los que estaban ahí, en la primera oración, que no se humilló a Dios. Porque todos sabíamos en la situación que estábamos”. ¿Usted siente que esa oraciónprovocó una transformación espiritual en la vida de sus compañeros? “Claro, si bien es cierto no todos fueron transformados, al menos ninguno dejó de decir ‘yo creo en el Señor’. Y yo creo que la Palabra es la que transforma al hombre. Sabemos que la Palabra del Señor no tan sólo es papel y tinta sino que es Espíritu, es como una espada de dos filos. Ahí adentro, se predicó la Palabra, se cantaron alabanzas a Dios, teníamos una especie de culto de oración. Los teníamos a las doce del día, en la tarde a las seis. Después que llegaron las palomas nos integramos a las cadenas de oración (en el exterior) porque éramos los interesados. Eso lo entendieron ellos. Así que yo no me puedo quejar de ellos. Claro que hubo diferentes caracteres, 33 formas distintas de ver las cosas, pero un solo interés: creer en un Dios vivo que podía sacarnos de ahí. Eso fue lo que marcó la diferencia y ese Dios vivo respondió la oración”. ¿Alguno de ellos hizo la oración de fe, aceptando al Señor, entregando sus vidas a Dios? “Claro, el domingo antes de que fuéramos rescatados, yo llamé a un pastor, porque yo no soy pastor. Yo me comuniqué con mi hermano en el exterior por medio de una carta y le dije, ‘trae a un pastor de tu consideración, que Dios te de testimonio de que es un verdadero pastor, para que venga a tomar la oración de aceptación’. Y así lo hizo. Alrededor de veinte dieron el sí, creyeron en el Señor. Ahora, independiente de que tal vez nos faltaron días de estar allá, pero la Palabra dice que Dios hace crecer la semilla. Uno puede sembrar, el otro puede regar, pero Él es el que da el crecimiento. Estas personas, permita el Señor que ninguno se pierda, tal vez no los vamos a estar viendo pero la Palabra fue predicada, la Palabra fue sembrada y ahora el Señor es quien tiene la palabra. Él va a tratar con cada uno de ellos y eso es lo que esperamos. Yo estoy gozoso de haber sido un instrumento en las manos del Señor, hacer la voluntad de Él, eso creo yo que es en lo que Dios se agrada”. Mario Sepúlveda, cuando salió de la mina dijo: “Dios y el diablo me pelearon, y ganó Dios” ¿Por qué cree usted que él haya dicho eso? “El fue uno de los primeros que reconoció y cuando habían dificultades y cosas negativas el decía ‘esto nos está pasando porque nos estamos comportando de esta manera’. Yo decía ‘gracias Señor porque tú mismo estás haciendo que estas personas reconozcan su error’. Cuando había problemas con la máquina, que se hechaba a perder el martillo, días enteros perdidos, entonces ellos decían ‘¿seremos nosotros los culpables de que esto esté pasando?’. Entonces habían diferencias de opinión entre todos. Pero ahí estaba el Señor controlando todo aquello”. ¿En algún momento pensó que moriría dentro de la mina? “Sí, como hombre, humanamente, esos pensamientos vienen. Pero los hijos de Dios tenemos un espíritu diferente, que nos llena de confianza. Dice su palabra que ‘si morimos para Él morimos, y si vivimos para Él vivimos’”. ¿Cuál cree usted que fue el elemento más importante que les ayudó a sobrevivir dentro de esa mina? “El Señor tomó todas las medidas, teníamos agua, teníamos oxígeno, teníamos algo de alimento. Sucedió algo maravilloso: teníamos un cajón en el que prácticamente no quedaban alimentos, era algo caótico. Pero el Señor me trajo a la mente la alimentación de aquella cantidad de personas que fueron alimentadas porque el Señor consideró que iban a regresar a sus hogares e iban a desfallecer por el camino. Así que oramos por los alimentos, ungimos ese cajón, y el cajón no mermó de tener bendiciones, hasta que comenzaron a enviarnos alimentos por las sondas. No se acababa la comida, incluso sobraron cosas. Creo yo que lo más importante de todo esto esta en la Palabra del Señor, en el haber creído. Por eso yo le digo al mundo entero que el Señor quiere que crean en Él, que crean en Su Palabra”. ¿Usted piensa volver a trabajar en minería? ¿Por qué? “Claro, humanamente, yo, si no tengo otra forma de vivir, yo voy a tener que seguir porque soy de familia de mineros y esa es mi profesión. Pero si el Señor me abre otra forma, otro medio de sobrevivir, yo lo consideraría porque vi sufrir mucho a mi familia, a mi esposa, y no los quiero ver así otra vez”. ¿Usted ha sentido el llamado de parte de Dios a convertirse en una especie de evangelista después de todo esto?“No, yo he cumplido un rol nada más. Yo no he sentido el llamado a convertirme en un evangelista, para nada. La gente me llamó “guía espiritual” o “el pastor”... para nada! Yo sé lo que sufre un pastor. Yo viví muchos años mirando a mi abuelo, sufriendo por llevar la Palabra, el Evangelio, viviendo en situaciones precarias. Un hombre que realmente sufrió por llevar el Evangelio a lugares inhóspitos. Si usted me pregunta si quiero ser pastor yo le digo que no, porque uno ve de cerca el sufrimiento de los verdaderos pastores. Hoy día vivimos tiempos de comodidades y no como aquellos pastores que caminaban durante días para llegar a un lugar y llevar la Palabra. Estoy hablando de hombres realmente comprometidos con la obra del Señor. (Mundo Cristiano/CBN)