¿Y Ahora, Qué Te Falta?
Cuando somos niños y adolescentes estamos convencidos que la verdadera felicidad viene cuando seamos adultos y libres. Al llegar a los 18 años, nos damos cuenta de que es bueno ser adultos, pero nos falta algo. Entonces pensamos, cuando nos graduemos y seamos profesionales, seremos muy felices. Cuando llegamos a ser profesionales, nos damos cuenta de que es bueno ser profesionales, pero nos falta algo. ¡Ah! Lo que necesitamos es el empleo de nuestros sueños y cuando lo conseguimos vemos que es un buen empleo con mucho potencial, pero nos falta algo.
Ahí viene la conclusión típica. Lo que necesitamos es casarnos. Cuando conseguimos la pareja ideal y nos casamos, comprobamos que el matrimonio es muy bueno, pero nos falta algo. Entonces vienen los hijos, porque los hijos si van a hacernos felices. Y cuando los tenemos vemos que en efecto tener hijos es maravilloso, pero nos falta algo. La lista sigue con: la casa propia, el carro nuevo, adelgazar, el viaje da vacaciones, la empresa propia, el plan de retiro, etc. Todo lo vamos logrando en la vida y todo lo que vamos logrando es bueno, pero nunca vamos a estar completos. Siempre nos va a faltar algo.
Ese vacío que sentimos se va acumulando a través de la vida y va creciendo. A más edad, más vacío. Ese sentimiento que no sabemos manejar nos va cambiando y dejamos de ser los niños libres que éramos y nos convertimos en adultos con cargas y ataduras. Todo esto nos lleva a veces a revisar lo que hemos logrado y esto puede suceder en varias etapas de la vida. Usualmente se inicia después del matrimonio y hace crisis alrededor de los 40 años de edad.
Entonces comenzamos a pensar que tal vez no escogimos la profesión correcta, el empleo correcto, el cónyuge correcto, la casa correcta, las vacaciones correctas, la empresa propia correcta y el plan de retiros correcto. Podemos llegar al extremo de pensar que no tenemos a los hijos correctos. Lamentablemente, en ese estado es muy frecuente que comencemos a hacer cambios en nuestra vida, buscando la felicidad que perdimos por culpa de nuestras escogencias incorrectas.
Veamos que nos dice el Rey Salomón sobre esto:
Eclesiastés 1:1-18
Estos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén. ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión! ¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar en este mundo? Unos nacen, otros mueren, pero la tierra jamás cambia. Sale el sol, se oculta el sol, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir. Sopla el viento hacia el sur, y gira luego hacia el norte. ¡Gira y gira el viento! ¡Gira y vuelve a girar! Los ríos van todos al mar, pero el mar nunca se llena; y vuelven los ríos a su origen para recorrer el mismo camino. No hay nadie capaz de expresar cuánto aburren todas las cosas; nadie ve ni oye lo suficiente como para quedar satisfecho. Nada habrá que antes no haya habido; nada se hará que antes no se haya hecho. ¡Nada hay nuevo en este mundo! Nunca faltará quien diga: ¡Esto sí que es algo nuevo! Pero aun eso ya ha existido siglos antes de nosotros. Las cosas pasadas han caído en el olvido, y en el olvido caerán las cosas futuras entre los que vengan después. Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento. ¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene! Entonces me dije a mí mismo: Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan solo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento. En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.
Eclesiastés 2:1-11
También me dije a mí mismo: Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida. ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve. Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo. Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. Construí represas de agua para regar los árboles plantados; compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina. Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa. Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
Ahora veamos que nos ha dicho Jesús sobre este mismo tema:
Mateo 6:25-34
Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? ¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no se preocupen, preguntándose: ¿Qué vamos a comer? o ¿Qué vamos a beber? o ¿Con qué vamos a vestirnos? Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas.
La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. ¿Si no es ahora, entonces cuándo? Siempre habrá un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, sin embargo, esos obstáculos no son tu vida.La felicidad es un trayecto, no un destino. Y el trayecto de la felicidad lo describió Jesús muy bien: Busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas estas cosas les serán añadidas.
Las cosas que vienen de la mano de Dios porque estamos unidos a Él en una hermosa relación personal, son las que producen la verdadera felicidad.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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