Lo Mismo Que Tu
Jesús dice que debes “amar a tu prójimo como a ti mismo”. Quiere decir que tu amor por los demás debe ser igual que tu amor por ti mismo. O sea que, ¿Tengo que amarme a mí mismo? Correcto. Si no aprendes a amarte a ti mismo, no serás capaz de amar a los demás adecuadamente. Quizá por eso le es tan difícil al ser humano amar al prójimo. Debemos comenzar por enseñar a las personas a amarse a sí mismas. Jesús no dijo: “Ama a tu prójimo en lugar de amarte a ti mismo” o “Ama a tu prójimo más que a ti mismo”. Jesús está queriendo decir algo así: “Ya te amas a ti mismo, y hacerlo correctamente es bueno. Ahora ve y ama a otros de esa misma manera”. Por favor, no confundas el amarte y cuidarte a ti mismo con “pensar sólo en ti mismo”. Amarte a ti mismo es amor vital y genuino. Pensar sólo en ti mismo es egoísmo y dista mucho del amor que Dios ha puesto en nuestros corazones.
Amarte a ti mismo significa alimentarte, cuidarte y protegerte de todo mal mental, físico o espiritual. Debes ser paciente y bondadoso contigo mismo, aceptar y disculpar tus defectos, soportarte y apoyarte a ti mismo, creer en ti y tener esperanza en ti. Nunca te engañes a ti mismo, no seas egoísta ni rudo contigo, no te enojes contigo mismo, ni te sientas indigno o que no mereces perdón y sobre todo “NUNCA TE ABANDONES A TI MISMO”. No sientas envidia de nadie porque te desprecias a ti mismo. Tampoco te jactes en tu propio orgullo porque te haces daño a ti mismo. Regocíjate en ti, en lo que eres y en lo que tienes. Dios te ama tal cual eres. Él es el que hace la obra en ti y dice que tú mereces ser amado. ¡No desprecies lo que Dios dice que es un tesoro! Fuiste hecho diferente a los demás pero a imagen y semejanza de Dios. El tesoro está dentro de ti. Rompe los paradigmas del mundo que te han catalogado y etiquetado. Deja que tu grandeza interior fluya y emane, para que de él fruto que Dios tiene planificado.
Si tu no sabes nadar, no puedes enseñar a nadar a otra persona y mucho menos salvarla si se está ahogando. Las instrucciones en los vuelos de avión dicen: Si el interior del avión de pronto sufre una pérdida de presión, lo primero que debe hacer es ponerse su propia máscara de oxígeno y entonces puede ayudar a los que están sentados a tu alrededor. Después de todo, si te falta el aire, no puedes ayudar a nadie, ni siquiera ayudarte a ti mismo. Igual pasa con el amor. Si no has aprendido a amarte y ese amor no está dentro de ti, no puede fluir hacia fuera y llegar a otros.
Lucas 10:25-37
Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees? El maestro de la ley contestó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo. Jesús le dijo: Has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida. Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús entonces le contestó: Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva. Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos? El maestro de la ley contestó: El que tuvo compasión de él. Jesús le dijo: Pues ve y haz tú lo mismo.
Marcos 12:29-34
Jesús le contestó: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Pero hay un segundo: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Ningún mandamiento es más importante que estos. El maestro de la ley le dijo: Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: hay un solo Dios, y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios que se queman en el altar. Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.
Mateo 22:37-40
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a este; dice: Ama a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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