jueves, 5 de agosto de 2010

Escala De Valores

Escala De Valores
 
¿Cuál es la escala de valores del mundo? ¿Cuál es tu escala de valores? ¿Hay diferencias entre la escala de valores del mundo y la de Cristo? ¿Hay diferencias entre tu escala de valores y los valores cristianos?
 
Por escala de valores nos referimos a todo lo que buscas, deseas, anhelas, persigues, cultivas, admiras y atesoras. Todo aquello por lo que luchas. Aquello por lo que haces esfuerzos. Tus metas. Todo lo que quieres.
 
Los cristianos seguimos a Jesucristo, quien alteró la escala de valores de su época. A pesar de que hace 2000 años que tenemos sus enseñanzas y ejemplo, los valores del mundo no han cambiado importantemente y más aún, muchos de los cristianos que dicen seguir a Jesús, no utilizan la escala de valores que Él nos enseñó.
 
La venida de Jesucristo a este mundo demuestra esa alteración de la escala de valores. Él, quien es el hijo de Dios, igual al Padre, que estuvo con El Padre desde la creación del mundo, Rey de reyes y Señor de señores, se humilló al hacerse hombre. Nació en un establo y vivió en la pobreza. No tuvo títulos honorarios ni de nobleza. No fue rey de ninguna nación ni un gobernante famoso. No acumuló riquezas. No buscó poder ni fama, No anheló una vida de placeres ni trató de hacer su vida fácil y divertida. Escogió la compañía de gente sencilla, humilde y trabajadora. Le tendió su mano a los indeseables y menospreciados, como prostitutas, recaudadores de impuestos, enfermos, leprosos y a los más pobres. No vino para ser servido sino para servir. Lo persiguieron y apresaron porque no negoció sus principios. Murió crucificado entre dos ladrones como un vulgar delincuente.

¿Por qué Jesús prefirió a los que están al margen de la sociedad, antes que a los que se estiman superiores a los demás? ¿Por qué no buscó poder, fama y fortuna?
 
Su vida nos cuenta sobre sus valores: Juan, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de lo que Cristo estaba haciendo. Entonces envió algunos de sus seguidores a que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. Jesús les contestó: Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. (Mateo 11:25) Un día dijo en la sinagoga, leyendo de Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos. (Lucas 4:18)
 
Definitivamente la búsqueda de la riqueza material no estaba en su lista. El le dijo a un rico: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme. (Mateo 19:21) Y también dijo: No tengan miedo, ovejas mías; ustedes son pocos, pero el Padre, en su bondad, ha decidido darles el reino. Vendan lo que tienen, y den a los necesitados; procúrense bolsas que no se hagan viejas, riqueza sin fin en el cielo, donde el ladrón no puede entrar ni la polilla destruir. Pues donde esté la riqueza de ustedes, allí estará también su corazón.. (Lucas 12:32-34)
 
También dijo Jesús a alguien que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque ellos, a su vez, te invitarán, y así quedarás ya recompensado. Al contrario, cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz. Pues ellos no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten. (Lucas 14:12-14) Finalmente sentenció sobre la avaricia: Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende del poseer muchas cosas. Entonces les contó esta parábola: Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha. Y se dijo: Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida. Pero Dios le dijo: Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será? Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios. (Lucas 12:15-21)
 
Terminamos nuestro pensamiento con la parábola de Lázaro y el hombre rico que encontramos en Lucas 16:19-25: Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes. Había también un pobre llamado Lázaro, que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este pobre quería llenarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado. Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: ¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego. Pero Abraham le contestó: Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres.
 
¿Será que necesitamos revisar nuestra escala de valores? ¿Será que el mundo ha tenido más influencia en nosotros que las propias palabras de Jesús?
 
Medita en esto. ¡Es de vital importancia!
 
 
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
 
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8

Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa. 

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