¿Eres Rico o Pobre?
Si te preguntaran si eres rico o pobre: ¿En qué pensarías? Probablemente en el nivel de tus activos, pasivos y capital neto y el nivel de vida relativo, dentro de tu sociedad, que ese capital neto te permite tener.
Pero, si te preguntaran si eres rico o pobre en espíritu: ¿En qué pensarías? Jesús dijo en la primera bienaventuranza: Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Independientemente de lo que pensemos sobre las riquezas materiales, de esa primera bienaventuranza parece desprenderse una lógica conclusión: ser pobres en espíritu, hace que el cielo nos pertenezca y por reversa, ser ricos en espíritu, hace que el cielo no nos pertenezca.
Si así son las cosas, pienso que todos estamos muy interesados en ser pobres en espíritu ¿Cierto? Pero ¿Cómo es eso? ¿Qué significa ser pobres en espíritu? Ser pobres en espíritu significa reconocer la pobreza de nuestra propia condición espiritual. Es cuando, estando a solas con el Señor, nos vemos tal cual él nos ve: en un estado, no de pobreza, sino de total bancarrota espiritual. Esto es lo que nos lleva al genuino y verdadero arrepentimiento, sin el cual no podemos presentarnos ante el Señor.
Esta es una situación que debemos revisar periódicamente con el Señor, porque a medida que caminamos por la vida, volveremos a caer en la vanidad, el orgullo, la soberbia y la altivez espiritual, que debilitan nuestro espíritu por ser contrarias al Espíritu de Dios. Es entonces cuando debemos volver a percibir nuestra verdadera condición espiritual. Esa fue la experiencia de Pedro que quiso dar testimonio de su fidelidad a Jesús diciendo que estaba dispuesto a entregar su vida por él. La dura realidad le demostró cuan lejos estaba su espíritu en ese momento, de la entrega que había prometido.
Esta postura solamente la logramos cuando el Señor quiebra en nosotros los malos hábitos aprendidos en el mundo, donde no hay premio ni gratificación para la humildad, la debilidad y la pobreza. Jesús dio su ejemplo, su palabra y su vida para enseñarnos que el paradigma del mundo no se parece en nada al paradigma celestial y que con Dios la humildad, la debilidad, el sometimiento y la pobreza, es el camino del éxito, del premio y la gratificación. Ahí está la vida.
Lucas 18:9-14
Jesús contó esta otra parábola para algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás: Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano. Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador! Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
Mateo 26:31-35
Y Jesús les dijo: Todos ustedes van a perder su fe en mí esta noche. Así lo dicen las Escrituras: Mataré al pastor, y las ovejas se dispersarán. Pero cuando yo resucite, los volveré a reunir en Galilea. Pedro le contestó: Aunque todos pierdan su fe en ti, yo no la perderé. Jesús le dijo: Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Pedro afirmó: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos decían lo mismo.
Mateo 26:69-75
Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo: Tú también andabas con Jesús, el de Galilea. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo: No sé de qué estás hablando. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás: Ese andaba con Jesús, el de Nazaret. De nuevo Pedro lo negó, jurando: ¡No conozco a ese hombre! Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: ¡No conozco a ese hombre! En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente.
Isaías 55:8-11
Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes. El Señor lo afirma. Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, y producen la semilla para sembrar y el pan para comer, así también la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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