martes, 13 de julio de 2010

1+1=1

1+1=1
 
Génesis 2:24
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.
 
Mateo 19:4-6
Jesús les contestó: ¿No han leído ustedes en la Escritura que el que los creó en el principio, hombre y mujer los creó? Y dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
 
Cuando te casas, ya no eres tú. Ahora eres un solo ser con tu cónyuge.
 
La diferencia de temperamentos, las ideas propias, los gustos, los defectos, la manera de ver la vida y el crecimiento personal, pueden hacer que los cónyuges se vayan separando al pasar el tiempo, o por el contrario pueden enriquecer su vida en común de una manera maravillosa. ¿Cuál es la diferencia? En el libro de Eclesiastés capítulo 4 versículo 12 dice: Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
 
Pues bien, hagamos una cuerda de tres hilos los dos cónyuges y Dios. Sólo cuando los cónyuges buscan juntos seriamente la presencia de Dios, descubrirán el secreto de la verdadera armonía. Cuando marido y mujer oran juntos, sus corazones se unen y los problemas se resuelven. La oración en común une las almas en una nueva y feliz armonía. Si cada cónyuge busca ver sus propios defectos en la presencia de Dios, si reconoce sus errores y pide perdón al otro, sus problemas conyugales podrán solucionarse. Entonces marido y mujer aprenden a ser honestos el uno para con el otro.

Esto es lo que deben hacer los cónyuges para combinar sus características personales y cualidades en lugar de enfrentarlas. Sólo Dios puede enriquecer y restaurar un matrimonio de acuerdo con su plan perfecto. Vale la pena hacer la prueba.
 
Eclesiastés 4:9-11
Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor?
 
1 Corintios 7:3-5
Y tanto el esposo como la esposa deben cumplir con los deberes propios del matrimonio. Ni la esposa es dueña de su propio cuerpo, puesto que pertenece a su esposo, ni el esposo es dueño de su propio cuerpo, puesto que pertenece a su esposa. Por lo tanto, no se nieguen el uno al otro, a no ser que se pongan de acuerdo en no juntarse por algún tiempo para dedicarse a la oración. Después deberán volver a juntarse; no sea que, por no poder dominarse, Satanás los haga pecar.
 
Efesios 5:21-33
Estén sujetos los unos a los otros, por reverencia a Cristo. Las esposas deben estar sujetas a sus esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo; y él es también su Salvador. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las esposas deben estar en todo sujetas a sus esposos. Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Esto lo hizo para santificarla, purificándola con el baño del agua acompañado de la palabra para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa y perfecta. De la misma manera deben los esposos amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Porque nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida, como Cristo hace con la iglesia, porque ella es su cuerpo. Y nosotros somos miembros de ese cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Aquí se muestra cuán grande es el designio secreto de Dios. Y yo lo refiero a Cristo y a la iglesia. En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete al esposo.
 
 
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
 
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8

Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa. 

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