Los seres humanos se conocen por la tendencia de no lograr las metas y los sueños, por su propia decisión.
Eso te inmoviliza y te ata para que no crezcas ni progreses. Peor aún, ya no serás la persona que estabas destinada a ser. Sin embargo, Dios te ha dado la capacidad y el derecho de liberarte de esa falta de poder de decisión que te ata. Vive libre y deja de culpar a otros por lo que no marcha bien en tu vida. Asume la responsabilidad de tomar tus propias decisiones.
Cada día tienes la oportunidad de empezar de nuevo, cambiar, avanzar, crecer, progresar, aprender y prosperar tu vida. La responsabilidad es tuya. La decisión es tuya. Tu felicidad no depende de otros, sino de ti.
La vida es lo que está pasando ahora, en este preciso instante. En este momento, algo que no puedes comprender, te mantiene vivo. No te acostumbres a la vida, ni te acostumbres a despertar todos los días sintiendo que tu vida nunca cambiará. Abre los ojos y agradece la bendición de estar vivo. Se libre de toda atadura. ¡Busca tu destino!
Dios te dio la vida y el deber de aprovecharla. No culpes a otros por tus problemas. Asume la responsabilidad de tomar tus decisiones.
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